Cuando el río suena, es porque agua trae
Dice la sabiduría popular (que no es más que la síntesis que hacen los pueblos de la repetición de hechos que constituyen su experiencia y de la cual se alimenta su historia), que «cuando el río suena es porque agua trae». Durante la Semana Santa, por lo menos en un campo de Moca en que se documentó, los haitianos expresaron abiertamente su actitud irrespetuosa, xenofobica, provocadora y desagradecida, atreviéndose a mancillar la insignia tricolor dominicana. En su tradicional baile de Ga-Ga, tiraron la bandera por el suelo con improperios y maledicencia en su dialecto, según se reportó, simbolizando y expresando lo que es claramente para el pueblo dominicano una agresión imperdonable a la dignidad nacional. Este horrendo acto fue reportado en video por las redes sociales y los medios televisivos del país. No hay dudas que valgan, ni justificaciones de los traidores y bocinas mediáticas pagadas. ¿Hasta cuándo vamos a soportar estas tropelías a nombre de mantener la «imagen» para no perjudicar el comercio y la exportación? ¿Quiere decir que los dominicanos somos incapaces de producir con calidad para sobrevivir la pérdida del mercado haitiano o de cualquier otro? ¿Cómo puede un pueblo vivir sin dignidad? ¿Hasta dónde se permitirá que nos arrastre este estado de cosas? ¿Cuál es el papel del Estado en términos de la defensa de la dignidad y los símbolos patrios? ¿Acaso la nueva constitución establece la cobardía, el entreguismo y dar las dos mejillas, inclusive la parte donde la espalda pierde su nombre? ¿A nombre de que? No es esta una reacción de «cabeza caliente» o irreflexiva. Es la convicción de lo que esa misma sabiduría popular nos dice, y con toda razón, que lo que viene atrás no es poca cosa. Estos son claros anuncios o señales de hacía donde escalaría esta invasión. Es un problema complejo, lo sabemos pero es obligatorio que empecemos a resolverlo ya.