Crítica de cine: «Mommy»

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Mommy.

 

Quizás, en un mundo perfecto «Mommy» sería el drama ideal para familias normales, pero como nuestro mundo es imperfecto, y por defecto nosotros también, digamos que es una película para todas las familias rotas del orbe que tienen la ilusión de ser perfectas.

Lo cierto es que con este filme el joven director Xavier Dolan (de solo 26 años) demuestra la energía de un prodigio del cine cuando la composición de todos los planos entra en juego, y claro, con unas explosivas interpretaciones por parte de Anne Doval y Antoine-Olivier Pilon.

De hecho, gracias a eso siempre mantiene la cadencia discursiva de lo que pasa con el fin de explayar un estudio desgarrador sobre el descontrol que siente una madre y su hijo cuando claudican ante el desasosiego y la alevosía.

Por eso desde el momento que Diane Després (Anne Doval) aparece desesperada, sabemos hacia dónde va el asunto: hacia la histeria. Porque resulta que ella es una madre viuda que tiene la tarea difícil de educar a su hijo adolescente Steve (Antoine-Olivier Pilon).

Sin embargo, Steve, quien antes se encontraba interno en un centro correccional, es un muchacho de naturaleza impulsiva y desalineada que repele violentamente cualquier intento de corregir su comportamiento porque padece un trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Debido a eso, Diane intenta subsanarlo, pero al no poder, recurre a la ayuda de la misteriosa vecina Kyla (Suzanne Clément) para tratar de lograrlo.

Si lo vemos de cierta manera, la relación entre estos tres personajes es el núcleo de la historia, y cada vez que se va estrechando, crean una dependencia mutua para cubrir las inseguridades y el enigma que sucede con sus vidas resquebrajadas. Además de que todos buscan la libertad a través de la compasión.

Tal es así que la trama de Dolan procede, en ocasiones, a expulsar las tendencias dramáticas para mantener la atención en los entornos anímicos. Otras veces recurre a ocultar la intimidad, el sexo inesperado a causa de la efebofilia y los derroches de psicología fragmentada para que el espectador los descifre. Hay profundidad en la conmoción de esos hechos, y la inteligencia del guion no teme en exponerlos con intensidad.

Naturalmente, si observamos más allá del lazo afectivo surgido entre la madre y el hijo, la película, al estar filmada en una relación de aspecto de 1:1, otorga un toque claustrofóbico a los encuadres; y es tan intensamente rica con los diálogos, las actuaciones y la banda sonora, que su nivel de franqueza emocional es difícil de olvidar.

jpm
EL AUTOR es critico de cine. Reside en Santo Domingo.
EL AUTOR es critico de cine. Reside en Santo Domingo.
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