Crítica de cine: «Logan Lucky»
La sorpresa es que nos ha entretenido bastante. Es una película en la que el señor Soderbergh emplea la maestría que caracteriza su estilo, recordándonos un poco a «Ocean’s Eleven«, pero narrada a través de unos personajes hilarantes que vienen de los estratos bajos de la sociedad norteamericana. Son derrotistas que no aprecian la mala fortuna, y por eso es agradable verlos arreglar el atraco a una bóveda situada en una importante pista de carreras de NASCAR.
Los protagonistas son Jimmy (Channing Tatum) y Clyde Logan (Adam Driver), dos hermanos que comparten una presunta maldición que los ha llevado a ser unos perdedores. Jimmy es un trabajador de cuello azul que labora en Virginia para una constructora en la que es despedido desde las primeras escenas, aun así, piensa en la custodia de su hija Sadie (Farrah Mackenzie), que le va a salir cara porque su ex esposa, Bobbie Jo (Katie Holmes), va a mudarse del condado. Por el otro lado, Clyde es un cantinero que se gana la vida en un bar sirviéndole tragos a los borrachos que se estacionan por ahí.
Como las cosas van de mal en peor, el muy enojado Jimmy se va a meditar a la cantina de su hermano Clyde, quien también es un veterano de la guerra de Iraq que, como ha perdido el brazo izquierdo, usa un brazo prostético. Ambos arman un revolú cuando discuten con Max Chilblain (Seth MacFarlane), un prepotente corredor de NASCAR. Y Jimmy, ansioso por vengarse, propone asaltar la cripta ubicada en el autódromo de correteos de NASCAR con la ayuda del convicto Joe Bang (Daniel Craig), quien sabe abrir cualquier caja fuerte con solo soplarla.
Estos personajes están interpretados con una peculiaridad que hace que sean sugestivos en casi todas las escenas, luciéndose, por supuesto, Daniel Craig como Joe Bang, quien es un ladrón que nos ha enganchado con su jocosa forma de hablar; un equilibrio perfecto entre amenazador y cómico. La motivación de los intérpretes se concreta con algunos detonantes que refuerzan sus acciones. Son rateros que, a causa de su condición social, no cuentan ni con el dinero ni con las herramientas ni con la tecnología necesaria para orquestar hurtos sofisticados, pero aun así aprenden las técnicas adecuadas para el timo perfecto.
Esta película de robo es la antítesis de la trilogía de ‘Ocean’s’, sobre todo porque los personajes están motivados a robar por su situación socioeconómica. Lo interesante es que Soderbergh retiene el humor, la música (de su colaborador David Holmes), los personajes absurdos y la energía por la que lo conocemos. La trama de hurto es solo un adorno para conseguirlo. La guionista que la ha escrito es la debutante Rebecca Blunt, de la cual se ha confirmado que es la esposa del mismo Soderbergh, Jules Asner. Con más razón toleramos las similitudes narrativas y los giros que nos han dejado boquiabierto.
La destreza de Soderbergh ha concebido una película de saqueo que se disfruta hasta que terminan los créditos. Se mueve por la comedia y por el melodrama familiar. Nuevamente [usando seudónimos] es el montajista y el director de fotografía de su propia película. Y ha hecho todo lo posible para que parezca algo fresco en el género criminal. No se podía esperar menos de este talentoso director, su cinta nos ha sacado una grata sonrisa.