Crítica de cine: «Inside Out»
Por esa razón, con Inside Out, Pete Docter (Up) y Ronaldo del Carmen, repiten la fórmula de la originalidad de Pixar con un viaje imaginativo y totalmente afectivo que tiene el propósito de realizar un estudio sobre las reacciones cognitivas del ser humano. Y puede que suene raro, pero lo que conmueve es que la película se manifiesta desde la coyuntura de una niña, dentro y fuera de su cerebro.
Ese planteamiento de neurociencia queda constatado en la mente de la pequeña Riley (Kaitlyn Dias) a medida que crece y su comportamiento se condiciona. Pues Riley es guiada por sus cinco emociones esenciales: Alegría (Amy Poehler), Miedo (Bill Hader), Ira (Lewis Black), Disgusto (Mindy Kaling) y Tristeza (Phyllis Smith).
Y como por ahí dicen que cada cabeza es un mundo, el grupo completo tiene pensamientos dispares y personalidades contradictorias (es decir, son mentes dentro de una mente que están conscientes). Además de que Alegría es la guía del temperamento de Riley, y los demás la respetan porque la consideran la cabecilla de la cuadrilla.
Sin embargo, cuando los padres de Riley deciden mudarse a la ciudad de San Francisco, Riley y sus emociones deben adaptarse al cambio; pero dicho cambio comienza a destruir el planeta de las emociones poco a poco, por lo que Alegría debe salvarla con su vibra positiva antes de que las peripecias del mundo exterior sacudan el mundo interior.
De esa manera las aventuras por las que pasan los personajes de la mente de Riley le otorgan el toque de dinamismo necesario para encender el ingenio de la historia. Curiosamente cada personaje tiene una característica peculiar que resalta el estado anímico en el que se encuentra Riley. Asimismo, cada emoción está simbolizada con un color específico dentro de la clasificación de la psicología de los colores.
Si pensamos detenidamente, el diseño de animación de esos personajes y los escenarios son los puntos más creativos del aspecto visual, y más allá de ahí, es una película inteligente. De hecho, creo que demasiado. Cuando mantiene un balance emocional entre los momentos alegres y los momentos tristes, las escenas desprenden nostalgia, lágrimas y risas una vez que el juicio de las reminiscencias y las reflexiones comienza a calar.
Por eso, a pesar de ser un film para toda la familia, la audiencia infantil quizá no comprenda la complejidad que encierra la audacia de la idea expuesta, pero, por el contrario, los adultos sí entenderán, al punto que cambiará su forma de pensar.
Calificación: 7.5/10
ss-am