Coyuntura emergente
La decisión del presidente Danilo Medina de no materializar una reforma constitucional que le permitiera postularse para un tercer período, honrando el compromiso que hizo cuando se presentó para segundo mandato y evitando exponer al país ante conflictos que afectaran su estabilidad económica e imagen, nos coloca en coyunturas similares a las que han permitido la elección de presidentes emergentes.
El elemento común de esas coyunturas: el de presidentes de arraigo entre los electores, que han estado impedidos de participar en las elecciones, como ocurrió en las primeras elecciones democráticas celebradas tras el ajusticiamiento de Trujillo en diciembre de 1962, en la que el hombre que repartió más de veinte millones de dólares liquidando los bienes del Partido Dominicano, sin quedarse con medio centavo, el gran manejador de la transición: Joaquín Balaguer, por forzosa aplicación de la ley que objetaba a los trujillistas no pudo ser inscripto como candidato, y sin pacto endosó sus votos a Juan Bosch para evitar que ganara la Unión Cívica Nacional, con el doctor Viriato Fiallo.
Bosch era un gran desconocido para un electorado mayoritariamente rural y analfabeta, y sin que se contara con cadenas de medios nacionales, en apenas meses, gracias a ese endoso subrepticio se convirtió en uno de los presidentes electos con mayor porcentaje.
Lo propio ocurrió en 1996, cuando dada la casualidad de que el presidente con impedimento era el mismo del impedimento de 1962, Joaquín Balaguer, para evitar que Fernando Alvarez Bogaert se colara como presidente de la República, siendo el vicepresidente que acompañaba a José Francisco Peña Gómez, para entonces muy enfermo, desde temprano decantó por Leonel Fernández, del PLD, prefiriéndolo sobre el candidato de su propio partido, Jacinto Peynado.
Danilo Medina cuenta en estos momentos con mayor popularidad que la que tenía Joaquín Balaguer en esas coyunturas en las que no pudo participar y empujó opciones nuevas, por las que viene abogando desde aquel famoso compromiso que hizo ante Dios de no presentarse para un tercer período entendiendo que en las filas de su partido habían otros líderes que aún no habían tenido la oportunidad de ostentar la candidatura presidencial. Lo propio ha reiterado en el discurso en el que descartó la reforma constitucional, en el que se comprometió a propiciar sangre nueva.
Las primarias son abiertas en el Partido de la Liberación Dominicana y aparte del que el danilismo domina en todas las esferas del estamento partidario, tiene la mayor capacidad de movilizar ciudadanos sin militancia partidaria a las urnas.
El rompecabezas está en evitar la dispersión y lograr que toda la fuerza se coloque detrás de una de las seis precandidaturas anunciadas hasta ahora, o de alguna de las nuevas que pudieran surgir en una guerra contra el reloj.
Esta semana Reinaldo Pared Pérez picó a la delantera, recibiendo el respaldo de 23 senadores danilistas, la totalidad de la fuerza senatorial del presidente, lo que hace suponer que le decisión ha contado con su anuencia, y, de no ser un hecho aislado, ha de suponerse que en los próximos días se reediten apoyos similares.
José Ramón Peralta, el vocero palaciego del danilismo, ha garantizado que esa fuerza concurrirá a las primarias del PLD monolíticamente unida en torno a una candidatura, si logran compactarse de ahí está llamado a surgir el candidato presidencial.
Leonel Fernández enfrenta un desafío cuesta arriba: se enfrentará al candidato que lo adverse, al presidente Medina y al Gobierno.