Cosas de San Cristóbal: Juan Muñoz Santos

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Juan Muñoz Santos fue músico, compositor, locutor y cantante

La última vez que le ví vino al país muy disminuido, pensativo, inanimado y sin aquella espontánea cordialidad e ingenua dulzura que siempre les fueron consustanciales, que nacieron con él, innatas. Paréceme, por la mucha tristeza que le aureolaba, que quizás vino a despedirse de su gente y su tierra.

Decidí alegrarle, recordándole acontecimientos y anécdota del San Cristóbal de entonces, el SC de nosotros. Pusimos muchos discos de dicha época en el lugar donde nos estacionamos. Y al final, tratando de suavizar la despedida, le obsequié con una grabación de un cantante de origen italiano llamado Ernesto Bonino, quien nos visitara por el año de 1953 y que Juan conoció muy bien porque siempre interpretó algunas de sus canciones más aclamadas, entre ellas: “noche de lluvia” y “nadie me ama”. Canciones que luego popularizara, aún más, Lucho Gatica a partir de 1954, cuando vino la primera vez al país.

Precisamente, esta última canción la escuché de él, Juan, en una serenata que se ofreciera a una señorita casadera de SC por parte de un joven oficial y abogado de  policía de apellido Paulino. Estando este acompañado de Manlio Pérez Medina y Federico Lebrón Montás, y en la que estuve presente.

Aunque no puedo ubicar la fecha, recuerdo muy bien haciendo la dedicatoria por el galán de la serenata, al profesor del Politécnico Loyola Fernando Cuello, quien fuera un trasnochador y bohemio y desde que en el pueblo se escuchaba el primer acorde de una guitarra en la noche, de inmediato se apersonaba con su proverbial decencia y extrema amabilidad, para cooperar en algo con la ofrenda amorosa.

EL AUTOR es ingeniero civil. Reside en Santo Domingo.

A Juan, miembro de una familia de cantantes, le recuerdo, además, muchas veces caminando las calles de nuestra ciudad, adjunto a mi también profesor de primaria en el Politécnico Loyola e inmortal del deporte nacional Luis Eduardo Soriano, atleta que nos representó varias veces en el extranjero en campo y pista, ya también fallecido. ¡Que bella pareja sancristobera del entretenimiento hacían estos dos respetuosos amigos!

Una noche, creo del año 1983, acompañé a mi padre con mi hermana Leda a un encuentro político y festivo en el restaurant y salón de fiestas Chantilly, que estuvo localizado en la avenida Máximo Gómez, de la capital. Juan con un tierno violín y una amorosa guitarra amenizaba la parte festiva del acto interpretando melodías del momento, exhibiendo su eterna sonrisa y natural caballerosidad.

También, nuestro amigo en una época muy lejana fue locutor de la radioemisora local La Voz de Fundación, probablemente 1960 ó 1961. Esta estuvo administrada por el buen amigo Irving Alberti Tíó y, en ella, participaron además como locutores César Peguero Salazar, José Saladín Valdéz, Dionis Montás Leger, José Francisco de Jesús (Marino), Ricardo Gómez Báez, Manuel Ramón Rivera, Johnny Harootian   y Rosa Neyda Gómez.

Cuando Juan presentaba al artista y la melodía a interpretar, “aflautaba” mucho la voz convirtiéndose ésta en un susurro y se nombraba a sí mismo “Muñoz Santos, el amigo de todos”, y en realidad ocurrió así, querido y respetado por todo su pueblo.

Más lejano aún, le recuerdo como trombonista de la “big band” del Politécnico Loyola, dirigida por el profesor Luís López, alias “cruchi-cruchi”, y este apodo por un ruido con sus dentaduras que este señor emitía involuntariamente. En esta banda de música, Juan también tocó redoblante.

Juan Muñoz Santos: cantante, compositor, instrumentista, «entreteiner», locutor, presentador, declamador, buen amigo, buen familiar y sancristobero, se nos fue a EE. UU y falleció allá hace varios meses.

A sus familiares: Nelson, Minerva, Sonia y demás, así como sus hijos, a los de Temístocles Metz y otros sobrinos, mis condolencias y les reitero el consejo filosófico de don Luís Kalaff que, en casos como éste, nos decía: Conformidad. Unos van alante y otros vamos atrás”.

JPM

 

PS. Juan, además, fue músico militar adscrito a la Fuerza Aérea y, en un encuentro social, por su buen desempeño artístico, el presidente de la República don Antonio Guzmán Fernández, muy motivado, le ordenó al jefe del Estado Mayor el ascenso de Juan a oficial de la Institución. Cuando éste le informara al Ejecutivo que Juan había sido ascendido, apenas dos meses antes, el Presidente le contestó: “no importa, asciéndalo de nuevo, que se lo ha ganado por ser tan buen artista”.

           

 

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