Controversia entre liberales y autoritarios

Las doctrinas políticas presentan siempre un carácter normativo. Ellas tienen por objetivo final abogar o defender una serie de instituciones. Conservadora cuando tratan de justificar las instituciones políticas en su lugar. De lo contrario, critican con más o menos violencia y proponen reemplazar, otras instituciones que afirman que la aplicación a la práctica. En última instancia, la doctrina política busca responder a las siguientes preguntas: 1º ¿Cuál es la base del estado? ¿Sobre cual principio se funda la reunión de los hombres y de los territorios que lo constituyen? 2º ¿Cuales son los principios que deben gobernar la transmisión de los poderes políticos y los modos de sucesión a los puestos supremos del Estado? En otras palabras, toda doctrina política plantea, el problema de la legitimidad: ¿Quién tiene más derecho a ejercer la soberanía y bajo qué modalidades de designación? 3º Luego viene el problema de la clase dirigente. Ese problema es doble. Primero viene el problema de lo que Gaetano Mosca llamaba la clase política, esto es, la que ejerce efectivamente el poder politico propiamente dicho. Luego viene el problema de la posesión de los bienes. Sin duda se ha notado a menudo que la riqueza no siempre coincide con el poder político. Aquellos que la ejercen (sacerdotes, dictadores, jefes de partidos o de congregación) a menudo profesan despreciar a sí mismos por los bienes de este mundo. Pero, aun cuando ese desdén es sincero, eso no impide que ellos no dispongan de esos bienes como si ellos los poseían. En fin es sin ejemplo que el ejercicio durable del poder no aporta la fortuna a aquellos que son decididos a adquirirla. En la inmensa mayoría de los casos, el poder politico nace de la riqueza o conduce a ella. Parece aun probable que esta conjunción de la riqueza y del poder politico se convertirá mas inmediatamente aparente, después de su eclipse en los regímenes liberales, en los regímenes comunistas. Pues ella se manifiesta entonces en las ventajas inmediatas ligadas a la función y a la jerarquía política. En ese caso, el poder da la riqueza neta, esto es, el equivalente en salarios y sobre todo en servicios y derechos de uso, de comodidades y de lujo, de la posesión de enormes ganancias, sin las responsabilidades ni las preocupaciones de su gestión y de su conservación. Jerarquía y división del trabajo. El problema de la jerarquía es también uno de los aspectos de la división del trabajo. Esta división no es solamente, como la pretenden los optimistas, ya sean los liberales del género Bastiat, los socialistas, los discípulos de Galton y los adeptos de Burnham, una cuestión de capacidad técnica. Debido a que puede ser expresada por la siguiente pregunta: una capacidad igual o similar, que los llevan a la mayoría de las funciones honorificas, la más agradable, la mejor pagada (en efectivo o beneficios de vivienda, el ocio, el consumo, etc…).En una palabra, como dice Th. Veblen, ¿quién ocupara la división del trabajo en los niveles más deseables? Debido a que en cualquier sociedad, una división del trabajo tiene un aspecto jerárquico y económico a la vez. Se trata de los valores de consumo y de los valores de la cuenta (y la prioridad «consumación halagador»). Hay en cada sociedad los valores que, mientras que en relación con la economía, no se puede explicar por la sociología. Principalmente ciertas tareas son consideradas como otros humillantes, ennoblecedoras o incluso degradantes. Es aquí un asunto de mentalidad. El reclutamiento de la clase dominante siempre ha sido un aspecto clave de cualquier doctrina política. Es a nuestro entender sobre todo sociológico. Debido a su expresión racional es una fachada, hablando en términos de realidades discursivas sobre todo míticos e históricos. La discusión se desarrolla perpetuamente entre los partidarios de los diversos modos de asentimiento al poder politico. En primer lugar la elección realizada aquellos, pero entonces la cuestión de las normas de la universidad y de elegibilidad electorales. Excepto en las democracias modernas, la elección suele limitarse a determinadas categorías (como patricio en antigua ciudad como mística en la Iglesia, o mandarina, es decir, concursos o exámenes basados). Hoy, en los Estados totalitarios, los electores sólo pueden votar sobre Una sola lista elaborada por el partido gobernante. Del mismo modo bajo el Segundo Imperio fue el candidato oficial. A menudo, el voto es público, lo que garantiza el miedo y la intimidación de los votantes por unanimidad. Luego vienen los derechos políticos partidistas conferidos por nacimient doctrinas aristocráticas en todas sus formas. Finalmente vienen las doctrinas románticas basadas en los derechos de los grandes individuos, los dones proféticos, etc… El período que comenzó en 1914 ha visto la increíble fortuna de las teorías recientes a través de las más variadas dictaduras: el «Führer un piso radiante «el» Duce siempre tiene la razón «, el» Genial padre de los pueblo», etc. Por último, las doctrinas políticas plantean problemas para el estado final. Para citar a los clásicos temas de los teólogos sobre el problema de la guerra justa, «la extensión del Imperio» es que, como decía San Agustín, reinar a la justicia? ¿Y cuál? ¿Es para hacer frente al bienestar material de sus ciudadanos, o la salvación de sus almas? ¿De la “salud mística” del grupo o de su aprobación? Debería tener como objetivo el poder, la felicidad o la santidad (y cuál)? Hoy en día, podemos decir que en el corto plazo al menos, el utilitarismo está ganando en las doctrinas políticas. Desde el colapso de los «señores de la guerra» chinos, japoneses, Alemanes, etc .. Ningún gobierno se atreve a declarar abiertamente, por lo menos en este momento (pero puede ser el cambio de mañana), su propósito es aumentar por la guerra, o imponer a sus súbditos el sufrimiento o la humillación para endurecer la disciplina sistemática. Pero mucha polémica sigue abierta, sin embargo, sobre las atribuciones y fines del Estado y de la fuente de poder político.

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