Como el bambú

Escribí en Twitter que “siento nostalgia por las enjundiosas discusiones políticas e ideológicas que sosteníamos militantes o simpatizantes de diversos grupos o partidos en el liceo o en la universidad. “Para participar en esos debates  se requería  estudiar y entender”, lo que generó muchos comentarios de personas con la misma añoranza.

Terminé ese escrito con  el señalamiento de que “hoy la situación es diferente”, con el que la mayoría de los intervinientes se mostraron de acuerdo, pero hubo diferencias en las razones por las que esa forma de debatir ha cambiado sustancialmente.

Muchas de las reflexiones vertidas en torno a ese Twitter me confieren razón en   que para participar en esos debates  se requería “estudiar y entender”, porque  no fueron pocas las personas que  la usaron como pretexto para insultar, sin entender que lo que procuraba el comentario  era promover  elevar la calidad de la discusión.

Hace más de 40 años, estudiantes de secundaria y universitarios estaban  compelidos a leer y digerir los clásicos del marxismo en todas sus vertientes, temas filosóficos, biografías de líderes mundiales y libros que tenían la condición de texto de cabecera.

Debe resaltarse que los debates o discusiones no solo  fueron de naturaleza política, sino también literaria o histórica, lo que permitió la formación en la UASD y en muchos liceos grupos o círculos de divulgación y promoción de la literatura, poesía, teatro, música u otras expresiones del arte y de la comunicación.

Esos debates se escenificaban también en los barrios populares que fueron las vías que dieron paso a la creación de clubes culturales, de grupos de poesías coreadas y talleres literarios, que  contribuyeron a forjar a una juventud sensible a los temas sociales y con acendrados valores políticos y sociales.

Daba gusto escuchar a cualquier muchacho de barrio o hijo de clasemedia exponer sus puntos de vista sobre Marx, Engels, Lenin Mao, Fidel, El Che,  sobre la revolución  cubana, vietnamita, albanesa o del libro “Así se templó el acero”. Recuerdo a un  militante empedeista, que apodaban “El Cuervo”, con dificultades en el habla, que  iniciaba su discurso con la expresión de “para que  aprendan los proletarios”.

En el mundo de hoy,  el de la “Aldea Global”, “Ciberespacio”, “Fax New” y “pos verdad”,  el debate de que hablo se ha ampliado hasta lo infinito a través del espectro digital, pero  su contenido se asemeja al árbol del bambú que crece recto y fuerte, pero vacío por dentro.

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