Cómo cambió Santo Domingo

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El autor es comunicador y diplomático. Reside en Honduras.

Mientras leía la novela Solo Cenizas Hallarás, del escritor dominicano  Pedro Vergés, me abordaba en mi mente  la atmosfera de la época en que se desarrolla el libro, que es la era pos-trujillista. En el libro hay algunos de los personajes absorbidos por ver el final de un momento de nuestra historia, como lo fue la muerte de tirano, mientras otros parecen  ver transcurrir  el tiempo, circunscrito a vivir la cotidianeidad.

Vergés describe movilizaciones políticas que parecen no dirigirse a ninguna parte con consignas que en el momento no se realizaron, y entre párrafo y párrafo uno ve la ciudad de Santo Domingo, y a pesar de no haber vivido esa época, ese tiempo parece hacer aparición en la imaginación  con lujos de detalle.

Los recuerdos infantiles en la memoria  de  la Guerra de Abril del año 1965 se pierden en la memoria, y las trincheras y los sacos de arena con alambres de púas en casi toda la ciudad intramuros; los helicópteros descendiendo en el patio del colegio Don Bosco; las latas de alimentos color verde que regalaba el marine invasor a la niñez que imberbe ignoraba  el conflicto bélico, y   que se acercaba curiosa a las fosas  guerreras, conformaban el paisaje urbano de la ciudad de Santo Domingo en conflicto fratricida.

Luego de la  muerte de Trujillo y la guerra fratricida de abril de 1965, instantes estelares que debieron ser tomados por las élites dominantes para enrumbar la nación por senderos de progreso y desarrollo, apareció el terror y la operación limpieza ahogó en sangre a parte de la juventud de esa época. La ciudad de Santo Domingo era triste y sombría. El éxodo campo-ciudad que hiciera su aparición años después, era tímido todavía.

La vida social luego de terminada la Guerra de Abril era tenue. La gente no salía a las calles después  que oscurecía y ser joven despertaba sospecha. Se escuchaba en la mayoría de las velloneras de la parte alta de la ciudad de Santo Domingo la canción Nathalie, de la autoría de Pierre Delanoë y  Gilbert  Bécaud, interpretada en español por los chilenos  Hermanos Arriagada, y que a pesar de que describía un amor de una guía con un turista galo,   fue prohibida debido a que en su lírica mencionaba la Plaza Roja y otros lugares de Moscú.

Los árboles de Framboyán adornaban gran parte de la capital, en donde se envolvían los rayos solares, lo que  disminuía  por los menos dos grados a las altas temperaturas capitalinas diarias.

 

Llegado los años setenta la vida urbana comenzó a experimentar vertiginosos cambios que transformaron la ciudad. Los precios de nuestro principal producto de exportación, el azúcar, alcanzaron cifras record. Se acrecentó el parque vehicular y con esto se ampliaron las avenidas, y a las calles que la mayoría hasta el periodo se mantenían de doble vía, fueron convertidas en una sola dirección. El huracán David y la tormenta Federico incrementaron la crisis de las zonas rurales, lo que aumentó la diáspora hacia las ciudades. Las barriadas marginadas crecían a pasos agigantados, y con ellas los de por sí maltrechos servicios públicos se dirigieron al colapso.

 

Y de una ciudad manejable y tolerante con el medio ambiente como fue Santo Domingo, que con simples  políticas integrales aplicadas desde esa época hubiera sido ejemplo latinoamericana, La Ciudad  pasó a ser una metrópolis caótica, peligrosa  y muy contaminada.

 

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