El gobierno chino disminuye impuestos, aumenta la inversión en infraestructuras y el crédito en un intento por apuntalar la desaceleración económica del país y combatir la baja de la demanda interna.
Los aumentos de aranceles impuestos por el presidente estadounidense Donald Trump empiezan a hacer mella en las cuentas chinas.
Para Alicia Garcia-Herrero, economista jefa del departamento Asia Pacífico del banco de inversiones Natixis «Lo que está sucediendo es que China está lista para seguir con la deuda. Está lista para ir más allá en el endeudamiento. Está lista para hacer lo que sea necesario para crecer y ese es el problema para el mundo con respecto a China. No va a ser en 2019, será más adelante cuando China esté aún más apalancada y haya hecho más de lo que debería haber hecho para que el crecimiento continúe».
El gobierno chino ha reducido el IVA del 16 al 13 % para la manufactura y del 10 % al 9 % en sectores como transporte e industria.
El Gobierno espera generar más de once millones de nuevos puestos de trabajo en zonas urbanas, donde el paro oficial lestá en torno al 5,5 %.
En las zonas rurales pretende sacar de la pobreza a 10 millones de personas.
El historiador y politólogo Steve Tsang, director del Instituto de China en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres cree que «El Partido -Comunista- está preocupado ante todo por la agitación social. Por lo tanto, el desempleo masivo es una posibilidad que el gobierno simplemente no querría ver. No creo que en esta etapa estén considerando aún el desempleo masivo, pero estamos viendo un apretón en el consumidor».
Todas estas líneas maestras de actuación las expuso el primer ministro, Li Keqiang, antes los casi tres mil miembros del máximo órgano legislativo del país a los que insistió que deberán flexibilizar aún más el acceso de los fondos extranjeros al mercado.
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