Celebran «Día mundial de la vida silvestre»
PARIS.- Los animales silvestres son los centinelas de la salud del mundo. Representan a la vez un blanco y un reservorio de enfermedades capaces de infectar animales domésticos y humanos: es decir, que pueden transmitir enfermedades y, a la vez, verse afectados por ellas.
Por consiguiente, es indispensable poseer un mejor conocimiento de las enfermedades presentes en los animales silvestres, además de conocer sus mecanismos de transmisión hacia y desde los animales domésticos y el hombre, con miras a instaurar medidas de control apropiadas.
Sin embargo, la detección y el control de enfermedades en la fauna silvestre pueden presentar muchos desafíos. De manera general, los síntomas y signos no son tan evidentes como podrían ser con los animales domésticos, y las muestras de fauna silvestre son más difíciles de colectar y analizar en los laboratorios. Además, el seguimiento y la vigilancia pueden resultar aún más complicados, puesto que muchos de los animales silvestres son migratorios y no les limitan las fronteras jurisdiccionales.
El vínculo entre los animales domésticos y los animales silvestres puede llegar a ser realmente estrecho. Las enfermedades pueden transmitirse fácilmente entre ellas y el impacto de la enfermedad en la fauna silvestre también puede afectar al medio ambiente.
Ese es precisamente el caso de los recientes brotes de peste de los pequeños rumiantes (PPR), en Mongolia, cuando unos 900 antílopes Saiga fueron encontrados muertos en Khovd, una provincia occidental de Mongolia. Las muestras tomadas de los restos indicaron un resultado positivo para la PPR en los animales.
El 90% de los animales infectados murió. Aunque se ha considerado que la fauna silvestre es potencialmente vulnerable a la PPR, nunca había padecido un brote tan grande de la enfermedad. Pocas infecciones con PPR se habían documentado en animales silvestres parecidos a las cabras, pero no en esta especie de antílope. Las investigaciones en curso sobre la situación para aclarar la posible causa han sugerido que estos casos son consecuencia del pastoreo con animales domésticos en zonas comunes.
Por otra parte, esta situación también demuestra que la PPR se puede encontrar en la fauna silvestre y el riesgo potencial que presentan los animales silvestres como una fuente de infección para el ganado. Asimismo, los científicos han planteado la hipótesis de que la disminución de los recursos de pastoreo para la fauna silvestre como consecuencia de la presión de la ganadería en ambientes frágiles podría haber contribuido a la vulnerabilidad de los antílopes Saiga frente a la PPR. Más información en: Una plaga letal amenaza a una especia de antílope en vías de extinción en Mongolia.
La tuberculosis bovina (TB) es otro ejemplo claro del estrecho vínculo que existe entre la sanidad de la fauna silvestre, la sanidad de los animales domésticos y la salud humana. La infección por la tuberculosis en la fauna silvestre se convirtió en una gran preocupación en países como el Reino Unido, Nueva Zelanda y Francia.
Las pruebas de que animales silvestres como el jabalí, el ciervo rojo, el falangero de cola de pincel o el tejón fueron infectados por el ganado dio inicio a una serie de estudios para determinar si estos animales simplemente fueron víctimas indirectas o podrían desempeñar una función local para el mantenimiento de la infección y posiblemente infectar nuevamente el ganado. Para noviembre de 2016, en África se documentó la tuberculosis bovina en más de 16 especies diferentes de la fauna silvestre, lo cual implica un importante impacto potencial sobre la biodiversidad.
En el sur y el sudeste de Asia, la infección por tuberculosis bovina se transmitió de los seres humanos a los elefantes asiáticos de trabajo. Por lo tanto, podemos ver que en sistemas de múltiples especies de la fauna silvestre o en situaciones de cercanía entre fauna silvestre y vida humana, la infección con tuberculosis tiene potencialmente un impacto en la biodiversidad.
Frente a la necesidad de mejorar el conocimiento de las enfermedades tanto en los animales salvajes como en los domésticos, la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal, organización intergubernamental creada por un convenio internacional el 25 de enero de 1924, firmado por 28 países. En mayo de 2004, la OIE contaba con 167 Países Miembros. Su sede esta en París, Francia) está introduciendo información para identificar especies silvestres de importancia epidemiológica en cada una de las enfermedades enumeradas en sus normas internacionales.
Además, se ha identificado una lista de enfermedades relevantes para la fauna silvestre y se alienta a los Delegados de los Países Miembros de la OIE que al final de cada año notifiquen voluntariamente su ocurrencia.
Para que puedan hacerlo, la OIE dispone de una red de información, que consta de puntos focales para la fauna silvestre en sus 180 Países Miembros y los Centros de Referencia de la OIE, que cuentan con el apoyo de un Grupo de trabajo sobre la fauna silvestre internacional constituido por científicos de alto nivel expertos en este campo.
El grupo examina los casos de enfermedades de los animales silvestres en libertad, criados en explotaciones o haciendas, y cautivos, los cuales pueden tener un impacto significativo tanto en dichas poblaciones como en los animales domésticos, incluyendo las aves de corral, y en la salud pública.
JPM