Caamaño, Bosch e Isa Conde

Narciso Isa Conde por una serie de razones históricas-políticas es, sin duda alguna, el dirigente político contestatario que más ha gravitado en el espectro político nacional desde su accionar teórico-revolucionario y de armador político-ideológico de variopintos ensayos revolucionarios fallidos tanto en la clandestinidad como en la legalidad. Sin embargo, tal registro histórico-político no lo invalida para exponer y revelar –como lo hace ahora con su libro-testimonio “Revelaciones”- parte de la historia contemporánea dominicana, su participación y rol en determinadas coyunturas políticas, su trayectoria de dirigente de izquierda, proyectos revolucionarios y, como resalta en su libro, sus encuentros, acuerdos, desacuerdos, relaciones y definiciones con Bosch y Caamaño (1966-73). Por ello, independientemente del enfoque, de los testimonios, de las valoraciones políticas-ideológicas, de las reconstrucciones y aspectos teóricos-subjetivos de la obra, ella en sí, tiene el valor histórico-bibliográfico del dato y del valor testimonial que sustenta con documentos escritos que deberán ser contrapuestos, validados o invalidados por los historiadores y por otros actores políticos de la época. Al respecto, y en mi opinión, el que el historiador Roberto Cassá presentara el libro es un aval y una invitación a su lectura. Ya en el plano de su contenido-narración el libro trata de levantar un registro histórico del amasijo-universo (político-ideológico) del espectro político y contestatario-revolucionario post caída de Trujillo, guerra de abril e instauración del bonapartismo-cesarismo (1966-78). De modo que el hilo-trasfondo de la obra queda supeditado, en el fondo y metodológicamente, al contexto histórico-social latinoamericano y a la etapa convulsa nacional 1961-1965 y su correlato 1966-73. Ahora, vayamos a los escenarios y a los acontecimientos sociopolíticos que el dirigente izquierdista pone en perspectiva histórica en su libro “Revelaciones”.Orlando Martinez, Caamaño y la oferta de Bosch al líder militar de la revuelta de 1965. Narciso Isa Conde revela que “El primero de nosotros en ver a Caamaño en el exterior fue Orlando Martínez, cuando lo designamos –a principios de 1966- representante ante la Comisión Juvenil del PCD en la Federación Mundial de las Juventudes Democráticas”, y en ese encuentro “…Francis no le habló a Orlando de su intención de irse a Cuba…” (págs. 18 y 19); no obstante, “Orlando captó so instintivamente esa tendencia y nos la comunicó”. Y es en el contexto de la narración de ese encuentro entre Orlando y Caamaño que el autor de “Revelaciones”, y a modo de interpretación, revela el dato de la oferta de Bosch a Caamañ “Esa inclinación a trasladarse a Cuba y a emprender una acción guerrillera podría explicar su posterior negativa a ser candidato a la Vicepresidencia en los comicios de 1966 como acompañante del Profesor Juan Bosch propuesta que éste le hizo para organizar su retorno a Santo Domingo y emprender una carrera política en esas nuevas circunstancias”. El arroz con mango ideológico-revolucionario de la izquierda: “colonialismo ideológico” vs. “foquismo cubano”Si en algo es rico y crítico el libro de Narciso es en el levantamiento-registro histórico del arroz con mago político-ideológico (encuentro-desencuentro) de los movimientos contestatarios y de las izquierdas (1961-73). Una muestra de ese arco iris político-ideológico queda plasmada en los siguientes párrafos que explican las altas y bajas de la relación-ligazón movimiento revolucionario dominicano versus revolución cubana: “Amores y desamores, encuentros y desencuentros, caracterizaron nuestro vínculo de cooperación [en referencia a Cuba y el proceso], “Los demás giraron progresivamente hacia el prochinismo y hacia la hostilidad derivada de la concepción que definía a Cuba como “avanzada” latino-caribeña del “socialismo-imperialismo soviético” y de una visión que negaba los extraordinarios logros y valores revolucionarios de ese proceso. Eso explicaba el distanciamiento creciente de los demás partidos de izquierda, incluido no sólo el denominado Partido Comunista de la República Dominicana (PACOREDO), la Línea Roja del 14 de Junio, y otras derivadas supuestamente maoístas como Bandera Roja y Voz Proletaria…” (…). “El MPD, definido como partido marxista-leninista y fortalecido con el flujo radicalizado del 14J en crisis, en breve tiempo y bajo el liderazgo popular de Maximiliano Gómez, rompió las amarras de respecto a los centros hegemónicos, especialmente al chino; no se alineó a Cuba, se distanció de la línea foquista, proclamando finalmente la contra lo que llamó “colonialismo ideológico”, optando por los “comando clandestinos” para realizar golpes de mano y ajusticiamiento de militares de bajo rango a nivel urbano y suburbano, a asumiendo la táctica que denominó “golpe de estado revolucionario” en alianza con sectores de la derecha” (Págs. 113 y 114). Reivindicaciones, responsabilidades y reparaciones ética-políticasSi hay un proceso socio-histórico-político en la historia contemporánea dominicana que implicó “encuentro y desencuentro”, traiciones, delaciones, filtraciones e infiltraciones, fue justamente la coyuntura histórica-política 1961-78. Ella (la coyuntura histórica-política), fue una inflexión sociopolítica de múltiples desembocaduras: ajusticiamiento del sátrapa Trujillo, golpe de Estado a Juan Bosch, Guerra de abril e instauración del bonapartismo-cesarismo de Joaquín Balaguer (1966-78). Así y a partir de abstracciones históricas-sociológicas, Narciso Isa Conde se eleva y pone en perspectiva histórica lecciones y reparaciones en el contexto del proceso y del rol de los actores políticos-revolucionarios de la coyuntura 63-73. Y de esa abstracción-reparación ética-política, salen estas revelaciones suyas (que él titula: “Nuestra verdad no excluye otras”). “Soy de los que creen y lo reitero al finalizar esta obra –hasta prueba en contrario- que ni las izquierdas revolucionarias de entonces, ni el profesor Juan Bosch, ni a los líderes militares constitucionalistas próximos a Caamaño, pude atribuírsele actos de traición o de denegación de compromisos contraídos, sino enfoques diferentes, concepciones o visiones distintas, errores o aciertos, de los que cada quien es responsable. Si hay traiciones individuales o grupales deben demostrarse con pruebas incontrovertibles, no con decires y diatribas. Las infiltraciones y deserciones, las reales y las no tan reales, algunas pagadas con encarcelamientos y exclusiones en Cuba, merecen precisarse. Casos especiales a estudiar y desentrañar causas, consecuencias y responsabilidades propias y ajenas, son el del funcionario cubano nombrado “Antonio” que desde Praga jugó un papel relevante como enlace para la ida de Caamaño y algunos de sus compañeros de lucha a Cuba (Operación Estrella) y poco después desertó con protección de la CIA… Otros dos casos a analizar son el propio Benigno, que después de participar en las iniciativas insurgentes del Che y en el campamento de Caamaño, traicionó de mala manera y emitió opiniones sobre las relaciones Caamaño-Piñeiro-Fidel; como también el vergonzoso trajinar de Melvin Mañón dentro de ese proyecto y el oscuro rol del agente de la CIA rumano-estadounidense, Sacha Volman…” (págs. 176-177). Y sobre si hubo acuerdo-compromiso de apoyo a Caamaño (Caracoles-1973) “Luego, a raíz del fraude electoral de 1966, Bosch decidió autoexiliarse; viajó a Madrid y de ahí a Benidorm, con el apoyo de amistades políticas españolas. Un poco más tarde, en 1967, tras reunirse con Caamaño, Monte Arache y Lachapelle, el líder del PRD propuso reconstruir la unidad, integrando al partido blanco, a los militares constitucionalistas, al 14 de Junio y al PCD en una alianza que asumiría un proyecto de insurgencia político-militar, que comenzaría promoviendo movilizaciones y huelgas hasta desembocar en una insurrección general debidamente preparada.(…) Sin embargo, ese propósito común no tardó en desorganizarse, sobre todo a raíz de la “desaparición de Caamaño” y su decisión de viajar a Cuba para quedarse y emprender desde allí una expedición guerrillera a nuestro país. Nosotros desconocíamos de esa determinación. Bosch no fue informado de ese paso y no lo compartía, según nos explicó después”. Una explicación de Marx –en la opinión de Narciso- que pudo influenciar, inconscientemente, en Caamaño a la hora de decidir “Playa Caracoles”-1973 (o el reflejo-subconsciente de abril 1965). “Toda revolución sofocada violentamente [como fue la de abril-1965] deja en la cabeza de quienes tuvieron parte activa en ella, sobretodo si se ven lanzados desde su campo propio al destierro, una conmoción que turba por o menos tiempo hasta el juicio de las personas más capaces. No aciertan a encontrar el hilo de la historia, no se resignan a reconocer que la forma del movimiento ha cambiado” (Revelaciones sobre el Proceso de los Comunistas de Colonia”, Cía General de Ediciones, S. A. México, Segunda Edición, “Biografía del Manifiesto Comunista, Pág. 478 y siguientes). Finalmente, dos hipótesis quedan sueltas por comprobar: hasta dónde estuvo Caamaño tomado por el “foquismo”; y hasta dónde Caamaño fue visualizado por los cubanos (o un ala de la revolución cubana) como una reencarnación caribeña del Che (“…la posible nueva estrella en el firmamento guerrillero latinoamericano”). El libro “Revelaciones” de Narciso Isa Conde, al respecto deja varias incógnitas a la interpretación si se quiere libre del lector. Cito dos:Revela Narciso que “Francis me hablaba del respaldo de Fidel. Me mostró el regalo que le hiz una pistola soviética marca Makarov, con una placa de oro que tenía grabada una dedicatoria con la firma del líder cubano. Recuerdo que en una ocasión [en el contexto de sus reuniones en la Habana con Caamaño-1968] me aseguró que el respaldo del Estado cubano a su expedición era tan amplio que existía la disposición de darle apoyo aéreo; que incluso le habían hablado de la posibilidad de darle solidaridad con aviones cubanos de fabricación soviética, entre otras opciones. No sé a quién pudo ocurrírsele decirle algo parecido, pero pienso que no fue a muy alto nivel” (Pág. 115).Último encuentro Caamaño-Narciso 1971-Cuba. “El encuentro con Caamaño fue bien “compartimentado”. Me avisaron horas antes y me condujeron a una casa del Vedado, donde él me esperaba. El abrazo estuvo cargado de emociones.Nos quedamos solos en una habitación en torno a una mesa.Hablamos largo y con intensidad. Le expliqué en detalles nuestra percepción del proceso dominicano, las nuevas dificultades y los nuevos desafíos. Le pregunté sobre su manera de ver las cosas a partir de los acontecido en los últimos tres años. Me refería al país y a su estadía en Cuba. Me sorprendió cuando me informó que había cambiado de planes. Que estaba pensando en desarrollar un plan de guerra de guerrillas urbanas tipo Tupamaros de Uruguay. Francis consideraba importante ese giro, reforzando primero la avanzada ya establecida en nuestro país y procurando luego calificarla y expandirla, para entonces hacer su entrada clandestina” (págs. 153 y 154). Una suerte de descarga-absolución política-revolucionaria colectivaNo sé pero en el libro-testimonio de Narciso Isa Conde se cuela, o mejor dicho, se infiere, una suerte de absolución histórica-política-revolucionaria cuasi colectiva en donde todos los actores políticos-revolucionarios involucrados en el proceso quedan absueltos por una u otras razones políticas-ideológicas, o cuando no, de “filtraciones e infiltraciones”, “visiones distintas”, “desunión”, “empecinamiento”, “sectarismo”, “pugnas”, “maltratos”, o de simple desinformación contrarrevolucionaria. A tal apreciación nos lleva estos párrafos: “La referida carta [se refiere Narciso a una carta de Amaury a Caamaño], publicada por la policía después de su muerte en combate, Amaury le recriminaba a Francis y a los cubanos lo que él entendía incomunicación persistente, desentendimiento de lo acordado, silencio tenaz, actitudes que generaban crisis moral entre sus compañeros, e incluso “abandono”. Eso, proyectado públicamente, de seguro impactó severamente a un ser del calibre y el valor personal del coronel Caamaño, lo que me hace pensar en una decisión rígida y determinante que conducía a la información, sin que necesariamente él estuviera apostando a morir.Sólo así me puedo explicar el desembarco con apenas 9 combatientes y sin conexiones internas. A mi entender no hubo traiciones políticas, más allá de las deserciones, filtraciones e infiltraciones registradas a lo largo de esos cinco años. Ni de parte de Caamaño y los cubanos hacia los comando de la Resistencia. Ni de Bosch, las izquierdas y sus compañeros de Abril del 65 hacia Caamaño. Ni tampoco de los cubano” (…).

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