Buscando un culpable
Desde tiempo remoto, el ser humano ha buscado un culpable de lo que le sucede, quitándose así la responsabilidad de las consecuencias de sus actos. Adán, culpó a Eva y a Dios de su desobediencia al comer del árbol prohibido. Caín culpó a Abel, de que Dios no lo hubiera visto con agrado a él ni a su ofrenda. El hombre en sentido general, culpa a la mujer de la presencia del pecado en el mundo. La mujer culpa al hombre de ser machista. Siempre aparecerá alguien a quien culpar.
Los ateos culpan a la ignorancia de los pueblos, porque éstos creen en Dios y aceptan la Biblia, como palabra de Dios, porque para ellos, Dios es un invento y la Biblia es un cuento. Es fácil, buscar el culpable del teísmo en la ignorancia y no en un análisis profundos y sinceros de lo que los creyentes en Dios y en la Biblia aceptamos como correcto. Es bueno, que el ateísmo exista desde un punto de vista filosófico, porque se pueden leer ellos mismos, y ver las diferentes teorías contradictorias que tienen.
Los creyentes en Dios, tratamos de convencer a un mundo que ignora la palabra de Dios, pero que cree en la existencia de Dios. Y, a la vez, convencer aun a los ateos de la existencia de Dios y de la importancia de conocer y obedecer sus palabras. De ahí que, para los años 1960 al 1980, las universidades eran lugares considerados por los cristianos, como lugares de peligros, pues los creyentes no estaba preparado para enfrentarse al estudio del marxismo, en todas sus facetas.
Muchos cristianos desertaron de la fe, siendo confundidos y convencidos por estas corrientes filosóficas. Algunas familias cristianas culpaban a las universidades por haber hecho regresar de su fe a sus hijos. Sin embargo, hubo una excelente respuesta para los años subsiguientes, ya que los jóvenes comenzaron a ir a la universidad y cuestionar las teorías contrarias, hubo un renacer de la fe y por eso en las tres décadas siguientes 1980 hasta el 2010, las iglesias crecieron grandemente.
En esta última década, 2010 hasta 2020, las iglesias han bajado en sus feligresías en dos continentes Europa y América. Muchos culpan la baja moral e intelectual de los pueblos, lo cual compite en sus deseos impuros contra la conducta viable de perfección que buscan los creyentes en Cristo. Pero en realidad, el deseo de crecer y de controlar, cambió la estructura de las iglesias, convirtiéndolas en centro de recreación y enseñanzas mundanal.
Ahora hay un nuevo reto, que es la pandemia, la cual ha hecho que muchos creyentes por temor no asistan a las iglesias. No hay duda que en lugar de favorecer a la fe cristiana, la pandemia, desfavorece a ésta. Es un tiempo de gran crisis. Pero, culpar a los factores indicados es el peor error que se podrá cometer. Es tiempo de orar más, de leer más la Biblia, de confiar más en Dios y de volver a una verdadera adoración a Dios. Que las iglesias busquen su verdadero objetivo.
Sé que algunos culpan a Dios de su pobreza, y dicen que Dios me hizo pobre y así he de vivir y morir. Eso es falso, Dios no hace ni pobre ni rico. Usted es pobre porque su familia, su país son pobres, porque otros se hicieron ricos con el sudor de sus antepasados, o a ellos no les interesó cambiar de pobres a ricos. No perpetúe ese pensamiento, usted y los suyos podrán cambiar, ¿cómo? Estudiando, trabajando, adquiriendo valores y buscando una vida que agrade a Dios.
Busque un culpable y lo encontrará, pero seguirá igual. Si quiere un cambio en la ruta que va, debe identificar los problemas para confrontarlos y vencerlos. El principal culpable de su fracaso es usted mismo, y es usted el único que puede buscar la solución y obtenerla. De ahí que, se hace indispensable dejar de culpar a otros de sus fracasos y buscar la manera de crecer, de superarse y de disciplinarse para que todo sea diferente.
Dios no culpa al diablo de su fracaso, más bien, se ocupó en ganar lo perdido. En lugar de lamentar y culpar accionó por amor a nosotros. Por eso envió a su Hijo, como él mismo Jesucristo dijo en casa de Zaqueo: «Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había pedido» Lc. 19:9, 10.
JPM
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señor fausto piña: siga con los cuentos de adán y eva, de dios, de la biblia…que mientras ud. no le haga daño a nadie y crea esperanzas en los creyentes….está bien.
y tú a quien culpa?
cuento para tontos. tu diosito es mas inresponsable pues supuestamente sabe, sabia y sabra todo de antemano, sin embargo segun el cuento de la mal llamada «biblia» el culpa a un tal «diablo» (culebra) y al humano de sus errores. ustedes son tan lelos que el mismo cuento ese plagiado de otros cuentos esta lleno de errores y ustedes insisten en culpar a la victima.