¡Bravo, Sr. Canciller!
El Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA), acaba de ser escenario de quizás, o sin quizás, del destape de la cara oculta de Haití ante la OEA, que siempre había mantenido bajo la solapa de su ya histórica imagen de país desvalido y siempre ávido de ayuda internacional y, sobre todo, de la comprensión inagotable de su vecino de Oriente: la República Dominicana.
Bastó -para descubrir la otra cara de Haití- una sucinta y sincera intervención -sobre la política migratoria que el país viene implementado a partir de la Ley Especial 169-14 y del Plan Nacional de Regularización para extranjeros- del Canciller dominicano Andrés Navarro García, en el marco de una sesión protocolar del Consejo Permanente de la OEA, para que, el embajador -Representante Permanente- de Haití ante la OEA, Bocchit Edmond, se despachara con un discurso-réplica difamatorio y denunciador de las supuestas masivas repatriaciones y violaciones a los derechos humanos de que son víctima sus connacionales en la República Dominicana (sobre todo, en estos últimos días); además de exigir y demandar, del país, la vuelta a un Protocolo de Entendimiento (el de diciembre de 1999- que, dicho sea de paso, Haití jamás cumplió en sus acápites g y h, referidos al control de su frontera y su compromiso de dotar a sus nacionales de documentos de identidad haitiana) y que hace rato quedó caduco y superado por la perspectiva humana y de derecho que han abierto tanto la Ley Especial 169-14 como el propio Plan Nacional de Regularización para extranjero. De modo que, si algo quedó en evidencia, con el discurso-réplica del embajador de Haití ante la OEA, es que Haití, o al menos, su representante en ese foro hemisférico, no es inocente de la campaña de descrédito, calumnias y mentiras con las que se nos viene denunciando -por décadas- de país “racista”, “xenófobo” y “esclavista” cual Apartheid del Caribe.
No obstante, la respuesta del Canciller Navarro, no se hizo esperar y al hacer uso de la palabra, para agradecer el interés, las preocupaciones y las sugerencias de las delegaciones presentes (a la política migratoria del Gobierno dominicano), acto seguido, fijó su punto de mira -indeclinable y directamente- hacia el representante de Haití, y con enérgica diplomacia le dijo lo que se merecía: “¡Difamador-calumniador! (que lo dejaba “…extraordinariamente sorprendido…” por creer que, con su discurso -el embajador de Haití ante la OEA-, “…no está representando al Gobierno haitiano…”) entre otras verdades…, que, alcanzaron también, la doble moral-migratoria de la mayoría de los países del hemisferio.
Pero la frase clave la trajo, al momento de su intervención, el Representante Permanente de Venezuela, Embajador, Roy Chaderton, que, en un hermoso y solidario paralelismo histórico, exaltó el agradecimiento histórico de su país al Emperador Alexander Pétion y la figura del patricio Juan Pablo Duarte -su vida-exilio- en Venezuela, y, de paso, a esa tradición histórica, para apelar a caminos de avenencia y de diálogo constructivo entre los dos vecinos: Haití y la República Dominicana. Al tiempo que recordó, una frase del Presidente de Bolivia, Evo Morales, que ha dicho, para resaltar su solidaridad, “Yo no comparto lo que me sobra, yo comparto lo que tengo”.
Esa frase -repetida por el Embajador Roy Chaderton-, sirvió de soporte, al Canciller Navarro (que, en todo momento, exhibió firmeza, ecuanimidad y valentía; pero, sobre todo, respeto al pueblo haitiano y a sus autoridades, sin dejar de “…convocar al diálogo y la solución conjunta”), para decir, a todo pulmón, que, precisamente, “…la República Dominicana, no está compartiendo con Haití lo que le sobra, sino, lo que tiene”.
Finalmente, y después del destape de Haití, o de su embajador ante la OEA, el país y su Gobierno, deben entender -de una vez y por todas- que la “gatita de María Ramos”, por fin, ya, se quitó el antifaz.