Boulevard Wenceslao Guillén

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El nombre de una calle en la ciudad capital o en Santiago de los Caballeros es lo de menos- Lo que tiene significación es la pureza de las ideas y los hombres y mujeres que las consagran con sus méritos y su temple.
El patricio Juan Pablo Duarte en su momento ideó y fundó el 16 de julio de 1838 una sociedad secreta que contribuyó a exterminar una ocupación. De igual manera Wenceslao Marcial Guillén Gómez, junto con el profesor Pedro Jaime Tineo, Jorge Marín, Antonio Rafael Díaz Hernández (Simón) y otros, propuso la idea de debilitar el régimen de Rafael Leonidas. Trujillo por medio de denuncias en forma de panfleto producidas desde la clandestinidad.
Esas clases de acciones políticas contra una dictadura tan despiadada y fría como la de Trujillo, para enfrentarla sin tregua solo auténticos nacionalistas, como Duarte, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandro Pina, Jacinto de la Concha, Félix Maria Ruiz, quienes en su momento y en época distinta igual a Wen Guillén, Eugenio Perdomo Ramírez, Julio César Encarnación Casado, estuvieron dispuestas con amor y determinación a llegar a la puerta gloriosa del cadalso.
Aún bajo la influencia del valor humano más espartano dirigir una rebelión contra una dictadura tan feroz había que estar revestido de la armadura de un gladiador romano. Esos jóvenes de Santiago que en 1960 combatieron con arrestos el régimen de Trujillo, como fueron los casos de Napoleón Sánchez Cabreja, Mariano García (Marién), José Armando Díaz Hernández (Chichi), Enrique Perelló (Enriquito), Henriech Johannes Stresse Cepeda, Ramón A. Mejia (Ramoncito), su lucha y sus sacrificios no han sido exaltados con el laurel y la palma santificada que adorna el escudo de la patria.
Santiago de los Caballeros, que siempre ha sido un pueblo que ha donado hijos a la Patria y que con igual merecimiento ha honrado a sus grandes muertos, a estos jóvenes, cuyos ideales madrugaron y crecieron titanes con la mojadura del rocío, no han sido engrandecidos como han debido merecer sus nombres y su valor inconmovible. No obstante, ellos deben decir desde sus lápidas sacrosantas como expresara el famoso novelista inglés Charles Dickens: “Nunca es tarde para el arrepentimiento y la reparación”.
Su sangre de héroes y su pecho aún erguido se ven a través del cristal que cubre sus sepulturas reflejando la inmensa grandeza de su estatura, el palpitar eterno de su corazones henchidos de patriotismo y una voluntad de combatir, siempre combatir por una democracia la cual casi perpetuamente ha sido más que un sueño un anhelo inconcluso de los dominicanos.
Para esa generación de jóvenes valerosos que perdieron su vida en las mazmorras inmundas de la dictadura gozar de una patria libre fue un signo ambicionado y una misión de vida que les llevó a la muerte. Poco son los dominicanos de esta presente etapa que saben los sacrificios y penurias que debieron padecer esa pléyada de jóvenes para que esta generación de hoy pueda disfrutar de libertad y de una democracia mermada en sus propósitos de bien común y de justicia social.
Si en algo deben ser recompensados esos sacrificios rendidos por aquella generación heroica que enfrentaron con valor inenarrable la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo es concederle a una parte de la avenida Hermanas Mirabal, comenzando desde el cruce de la avenida Silvestre Antonio Guzmán, antigua General López, hasta la avenida Circunvalación denominando dicho tramo con el nombre de Boulevard Wenceslao Guillén y colocando un busto del respetable antitrujillista santiagués.
Las tres esculturas representativas de las hermanas Mirabal que fueron colocadas en la intersección formada por las avenidas Hermanas Mirabal y Antonio Guzmán deberían ser removidas por el Ayuntamiento de Santiago y donadas al honorable Ayuntamiento del municipio de Salcedo como un gesto de solidaridad reconociendo el sacrificio de esas recordadas damas salcedenses.
En ningún momento se pretende con este trabajo que Santiago de los Caballeros quiera infravalorar la participación honrosa y destacada de esta trilogía ejemplar. Empero, lo que sí se procura con el cambio de nombre de la hoy avenida Hermanas Mirabal por el Boulevard Wenceslao Guillén es elevar las acciones heroicas, democráticas y patrióticas de este mártir santiagués y vecino muy querido de la zona de la parte baja de Santiago, al sitial de honor que le corresponde a él.
Wenceslao Guillen y todos los que con él encabezaron la lucha antitrujillista podría decirse que pertenecieron a un periodo en el que el iluminismo dominicano tuvo un gran impacto filosófico, puesto a que estos jóvenes estudiaron los escritos literarios de Voltaire, quien creyó en un sentimiento universal e innato de la justicia, que tiene que reflejarse en las leyes de todas las sociedades, y, sobre todo, en las ideas de Charles Louis Secondat, también conocido como el Barón et de la Breul et de la Montesquieu, que planteó la tesis de la división de los poderes, como garantía de control y para impedir el abuso de los gobernantes.
Estos jóvenes se distinguieron por ser estudiosos constantes del contrato social de Rousseau para explicar la existencia del Estado, por la cual los individuos consienten ciertas libertades en procura de la voluntad general, sin renunciar a su poder de mando. Ellos pensaban que el soberano debía ser el pueblo y no el monarca. Igual que Voltaire, estos jóvenes defendían la libertad de pensamiento y el respeto religioso, y exaltaron el trabajo de la burguesía frente a la holgazanería de la aristocracia.
La gloria que no se reclama elevando nuestras voces impetradas a Cristo para que su figura, que también padeció torturas y vejámenes de mano del ejército romano, como también sufrió el propio Wen Guillén y todos los jóvenes que como él abrazaron el ideal de libertad, no es posible que se reciba como regalo de los encumbrados de turno, quienes en su fantasía de triunfadores carecen de toda sensibilidad patriótica para poder admitir que hubo un aguerrido puñado de jóvenes santiagueses que se inmolaron para que ellos hoy en día, sin aportar el más mínimo fragmento de lucha y mucho menos de sacrificio, recojan lo que la sangre valerosa derramada por esa juventud no buscaba sacarle provechos a sus desvelos

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