Bipolaridad e incomprensión
Aunque todas las enfermedades por leves que sean traen sufrimientos y desesperación, sin dudas los padecimientos mentales no tienen parangón en cuanto a daños en cuerpo, cerebro y espíritu. Unos de esos males terribles es la bipolaridad.
Las consultas siquiatras por esa causa han crecido en cinco años y en el grupo de diagnosticados se inscribe gente muy joven.
No obstante y pese a toda la destrucción que provoca en el bipolar y en sus afectos, la falta de comprensión general de este padecimiento agrava el cuadro del enfermo.
La gente no comprende, tal vez porque no sea tan fácil, cómo un ser humano cuando está “en alta” puede ser el dueño de todos los encantos y cuando está “en baja” convertirse en una sombra de sí mismo.
Por eso las bromas terribles sobre las personas medalaganarias a las que se tilda de bipolares, sin tener conciencia de qué es en realidad ese trastorno.
Quizás porque no son tan entendibles como los dolores físicos, aunque duelen, las depresiones en general son vistas como propias de gente débil, poco inteligente, sin fuerza de voluntad.
Es probable que ahí, en esa falta de conocimiento, radique que comentarios que tienen la intención de ayudar se conviertan en piedras letales lanzadas sobre un ser que no cree que haya ninguna luz al final del túnel.
No ayudan expresiones como Pon de tu parte, no te sientas así, porque en casos en los que el enfermo está en el hoyo más profundo esas expresiones solo agravan su sentimiento de culpa por estar mal.
Otros comentarios no buscan ayudar, sino hacer ver que ese “blandito” no tiene nada y que puede curarse si así lo desea. Nada más falso.
Aunque esforzarse y mantenerse activos es esencial para salir del cuadro y para evitar caer, de ninguna manera el afectado tiene la culpa de lo que le pasa. Del mismo modo en el que no la tiene un paciente de cualquier otra enfermedad.
Por suerte, la literatura sobre bipolaridad es cada vez más amplia y esto permitirá que poco a poco el estigma caiga.