Benefician pacientes Parkinson

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SANTO DOMINGO.- De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), unos 40 millones de personas en todo el planeta padecen la enfermedad de Parkinson, degeneración y muerte de las neuronas de una parte del cerebro que disminuye de manera dramática su calidad de vida, por síntomas como rigidez muscular, temblores, lentitud e incoordinación motora. En la enfermedad de Parkinson, la llamada parte compacta de la sustancia negra del mesencéfalo o estructura superior del tronco del encéfalo deja de producir dopamina, un neurotransmisor indispensable para efectuar los movimientos voluntarios y para manejar la postura corporal. Aunque la afección no tiene cura aún, las neurociencias ponen al alcance de los pacientes la Estimulación Cerebral Profunda, técnica quirúrgica capaz de devolverles hasta en más de un 80 por ciento el control de las facultades perdidas, de tal forma que pueden volver a conducir vehículos de motor, abrocharse la ropa y caminar con normalidad. “La estimulación del núcleo subtalámico permite mejorar prácticamente todos los síntomas de la enfermedad de Parkinson. Ayuda a disminuir las dosis de levodopa y de otros medicamentos; y posterga sus efectos colaterales. La cirugía, que consiste en la colocación de un electrodo, no cura la enfermedad; pero reduce los síntomas mediante una estimulación que debe ser permanente”, explica el neurocirujano José Orlando Bidó Franco. Agrega que la Estimulación Cerebral Profunda controla el temblor, la rigidez y la lentitud en los pacientes con Parkinson, al tiempo que les devuelve la expresión facial. “Cuando el paciente comienza a perder dopamina, se presenta una fragmentación del movimiento conocida como temblor. También sufre una disminución del movimiento y se vuelve hipocinético, lento, además de que se verifica en él una rigidez, una dureza, una pérdida de la flexibilidad de las articulaciones de origen neurológico”, expone. El neurocirujano indica que no todas las personas con Parkinson tiemblan ni todas las que tiemblan padecen la enfermedad; y que el síntoma inicial de ésta puede ser una disminución del balanceo de los brazos al caminar, el cual evoluciona hacia una pérdida de la expresividad facial. “Como ‘cara de jugador de poker’ es descrita la faz del paciente con Parkinson, pues su rostro se vuelve tan inexpresivo como el del ludópata que no expresa sus emociones para evitar que el adversario sepa cuáles cartas tiene. Puede quedar tan incapacitado que, si se le posa una mosca en la nariz, no podrá sacudírsela”, añade. Otra facultad que pierde es la de equilibrar y balancear el peso corporal: desplaza su centro de gravedad hacia adelante sin encontrar la fluctuación del movimiento de piernas necesaria para producir la marcha. “Mantiene una actitud de propulsión, pero es como si sus zapatos estuvieran clavados al piso”, describe el neurocirujano. Bidó Franco es especialista en cirugías estereotáxica, de la epilepsia, del dolor y guíada por imágenes para la resección de tumores en áreas cerebrales de difícil acceso; así como en psicocirugía y radiocirugía con Gamma Knife. Ofrece consultas en el Centro de Obstetricia y Ginecología, así como en el Centro Médico Moderno, en Santo Domingo. EL PROCEDIMIENTO Bidó Franco capta imágenes cerebrales del paciente mediante resonancia magnética y tomografía computarizada, para identificar y ubicar el objetivo exacto dentro del cerebro donde las señales eléctricas nerviosas generan los síntomas de la enfermedad. Posteriormente, implanta al paciente un neuroestimulador —dispositivo similar a un marcapasos cardíaco— para enviar estimulación eléctrica a áreas específicas del cerebro que controlan el movimiento y bloquear las señales nerviosas anormales que ocasionan el temblor y los síntomas del Parkinson. El sistema de Estimulación Cerebral Profunda consta de tres componentes: el electrodo, la extensión y el neuroestimulador. El neurocirujano implanta el electrodo —cable delgado y aislado— en el cerebro a través de una pequeña abertura en el cráneo, posicionando su punta en el núcleo subtalámico. La extensión es un cable aislado que se pasa bajo la piel de la cabeza, el cuello y el hombro y conecta el electrodo al neuroestimulador, el cual generalmente es implantado bajo la piel cerca de la clavícula. Una vez colocado el sistema, el neuroestimulador envía impulsos eléctricos a través del cable de extensión al electrodo dentro del cerebro, para bloquear las señales eléctricas causantes de los síntomas de la enfermedad de Parkinson.

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