¿Basta con una simple capucha?
Ciertamente, cuando nos movilizábamos en el campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) nunca nos encapuchamos, pero hoy esa modalidad de un sector estudiantil contrasta con la mascarada y blindaje de impunidad en la justicia, los funcionarios corruptos, las denominadas Altas Cortes y otros estamentos de corruptelas.
Aún luego de arrebatarle la vida, entre otros y en nuestras propias narices, a Sagrario Ercira Díaz Santiago y asfixiar con bombas lacrimógenas a nuestro amigo Mateo y Mateo, de Villa María, tal vez no había necesidad de utilizar nada que cubriera nuestros rostros, como prevención a futuras represalias.
Y, resulta sorprendente pensar que en aquella etapa, cuando fuimos golpeados y encarcelados por esbirros de la Policía Nacional todavía siendo menores de edad, no haya habido la necesidad de usar pasamontañas ni nada que ocultara nuestra identidad. Sin embargo, es mucho decir que en los 12 años del balaguerato el pueblo dominicano no fue tan vapuleado ni abusado, como en el presente.
Aunque el portavoz de la Policía Nacional, coronel Jacobo Mateo Moquete, entienda que en “los tiempos de Roberto Santana y Hatuey D’camps” los estudiantes no apelábamos a capuchas durante las protestas escenificadas en los terrenos de la UASD; ¡increíble!, la delincuencia entre funcionarios era menor; había más independencia y equidad en la justicia.
Mateo Moquete cumple su rol de representante de la Policía Nacional, y nosotros, actores en aquella época, asumimos el derecho de externar que esta novedad no guarda parangón con las injusticias sociales de otros que no estando embozados en ese entonces, sí lucían desamparados y pobres de solemnidad. Andaban con jarritos, pidiendo contribuciones para el hoy, partido en el poder.
No podemos evidenciar una posición ni indiferente ni ecléctica ante las declaraciones de Mateo Moquete poco antes de entrar de lleno en el asueto de Semana Santa, de que los estudiantes que hoy se encapuchan son delincuentes.
Empero, preguntamos: ¿Cuáles son más delincuentes, los estudiantes encapuchados, o los que hoy nos gobiernan con todo y jueces corruptos, que exculpan a los ladrones al servicio de un grupito que ha defenestrado nodales de moralidad? ¿O la acepción de delincuente sólo se ciñe a infelices estudiantes universitarios que, ocasionalmente, se encapuchan para protestar?
En verdad, para delinquir, no hace falta utilizar disfraz o lienzo alguno que oculte nuestra identidad. ¿Quiénes hacen más daño, los que utilizan capuchas y pasamontañas que con sus excepciones, sólo podrían apedrear a un policía, o los que con rostros despejados practican un latrocinio que aniquila a la clase media y toda la sociedad?
¿Quién es más lesivo a la sociedad, los que cubren su rostro o los que sin cubrírselos, y ningún aparente sonrojo, todavía pretenden gobernarnos aún sin convencer a simples votantes de que nunca han incurrido en colusión con ningún narcotraficante?
Pero también habría que reparar en que un simple encapuchado, en plena movilización en el campus de la UASD no genera la desgracia en nuestra sociedad que, como funesta estela, ha dejado un miembro prominentemente del partido en el poder.
A través de un “pitufeo” multimillonario, violando todas las normas legales, con cara fresca de felino, el senador Félix Bautista sustrajo los beneficios que le corresponden a nuestros niños; a las pobres amas de casa, e impide el desarrollo hacia una juventud sana, sin mayores problemas. Con desparpajo y sin enmascarar su desvergüenza, un juez de la Suprema Corte de Justicia, lo pontificó y beatificó con un no ha lugar.
Aunque no somos amigos de la violencia, éstos y otros malestares infligidos a una sociedad tan sumisa, envía el mensaje al pueblo de que no basta con una simple capucha, ante una corrupción tan descarada y fuertemente blindada. Si ocurriesen otras contingencias, entonces, no sabemos que diría el portavoz policial, Jacobo Mateo Moquete.
sp-am
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