Barril sin fondo

KATIUSKA SUAREZ DE VARELA

Recuerdo de niña, iba mucho a casa de los abuelos. Mi abuelo, que era el que trabajaba fuera de la casa, llegaba a las 12:00 m en punto a la casa a almorzar. Luego se disponía a dormir una larga siesta para a las 3:00 pm pm regresar a su oficina.

A las 5:00 pm estaba de regreso con pan fresco, leche de chocolate para la cena, y una hermosa sonrisa en su rostro. La cena ya a las 6:30 estaba servida en la mesa. Luego a reposar un poco viendo televisión en familia. Lo veía leer su libro en la mecedora mientras escuchaba en su toca disco un disco de pasta de cualquiera de las sinfonías de los grandes músicos antes de irse a la cama para dormir. Ah y esta rutina era solo de lunes a viernes. Sábados y domingos NO trabajaba.

Algo muy similar se vivía en mi hogar. Padres presentes, tiempo en familia y mucha diversión. Tiempo para descansar y todos los fines de semana habían paseos y reuniones entre amigos y familiares.

Imperaba un buen ánimo, la salud, la alegría y la sana diversión.

¿Que llama mi atención de esto? Que ya no tenemos tiempo, llama mi atención ver como las personas nos hemos automatizado y programado a trabajar, trabajar y producir dinero para subsistir o para amasar fortunas. Llama mi atención los rostros amargados, tristes y cansados.

Los horarios de trabajos irrespetados totalmente por los empleadores, 12, 14 y hasta 16 horas de trabajo sin descanso. De lunes a lunes! Y no nos basta un solo empleo, ahora también estamos dentro del pluriempleo. Penoso.

Es cierto que el mundo gira, es cierto también que los tiempos cambian, no es menos cierto que hay necesidades que cubrir, que cabe mencionar tienen un alto costo en un país corrupto y tercermundista como este.

Pero yo me pregunto, no hay una manera de poder ser como el pescador de la historia que les comparto en este articulo? No hay manera de simplificarnos un poco la vida y disfrutar el camino sin esclavizarnos tanto a producir para adquirir cosas que quizás no son de primera necesidad. Cosas que no necesitamos para ser felices.

Que diferente fuera todo si las personas amaramos lo que tenemos y deseáramos menos lo que no tenemos, ni necesitamos. Que diferente seria si aprendemos a vivir como ese pescador. Disfrutando el viaje, compartiendo en familia, con los amigos; poder hacer lo que nos gusta…

Solo te propongo hacer una revisión de las razones reales por las que no puedes ser como el pescador. ¿Realmente tengo que esclavizarme tanto?¿Realmente tengo que perder mi libertad, el vivir gratamente la vida que se me regaló?, ¿soy esclavo del dinero y el tener, o qué?

Aquí les comparto esta historia que provocó que me detuviera a pensar si realmente valía la pena someternos a tanta presión y poco disfrute de los regalos y placeres hermosos de la vida.

«El Pescador»

Un banquero de inversión americano estaba en el muelle de un pueblito caribeño cuando llegó un bote con un solo pescador. Dentro del bote había varios atunes amarillos de buen tamaño. El americano elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó ¿cuánto tiempo le había tomado pescarlos? El pescador respondió que sólo un de poco tiempo.

El americano luego le preguntó ¿porqué no permanecía más tiempo y sacaba más pescado? El pescador dijo que él tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia. El americano luego preguntó ¿pero qué hace usted con el resto de su tiempo?

El pescador dijo, «duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, hago siesta con mi señora María, caigo todas las noches al pueblo donde tomo vino y toco guitarra con mis amigos. Tengo una vida «placentera y ocupada».

El americano replicó, Soy un MBA de Harvard y podría ayudarte. Deberías gastar más tiempo en la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande, con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes y eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros.

Deberías salir de este pequeño pueblo e irte a La Capital, donde manejarías tu empresa en expansión». «¿Y luego qué?» El americano sonrío y dijo que esa era la mejor parte. Vendes las acciones y te haces millonario. «y ¿luego qué?»

Dijo el americano: «Luego te puedes retirar. Te mueves a un pueblito en la costa donde puedes dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, hacer siesta con tu mujer, caer todas las noches al pueblo donde tomas vino y tocas guitarra con tus amigos». El pescador respondió: «¿Acaso eso no es lo que tengo ya?»

Cuántas vidas desperdiciadas buscando lograr una felicidad que ya se tiene pero que muchas veces no vemos. La verdadera felicidad consiste en amar lo que tenemos y no sentirnos mal por aquello que no tenemos.

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