Banderas de claudicación
La juventud dominicana carga en sus hombros la cruz de la esperanza muerta y la fe perdida en la nacion dominicana, casi el 50% ha manifestado su deseo de emigrar de su pais.
El dato es parte de la sinopsis de indicadores estadísticos socio económicos tétricos que certifica la decadencia irreversible de la IV República, agravada con la desintegradora invasion pacifica haitiana apoyada por una conjura de traicion a la patria, impulsada por factores endógenos y exógenos, lo que indica que no hay solución sin revolución, nos unimos o nos hundimos.
Lo más grave es que nuestro pueblo fue convertido en una momia con menos sangre que las embalsamadas en Egipto hace mas de tres mil años, parasitado en las agendas de las dádivas estatales que les lanzan desde arriba los depredadores salvajes del patrimonio público.
¡Qué lamentable! que la juventud nacional, en vez de emular a los 9 mozalbetes que dirigidos por un joven de apenas 26 años, Juan Pablo Duarte, prohijaron la obra cumbre de la historia nacional, decidan tomar un vuelo en vez de tomar un fusil, si fuere inminente, para hechar del poder del Estado, como Jesucristo a los ladrones y delincuentes de toda laya del templo sagrado que en este caso debia ser la nacion para todos los dominicanos.
¡Qué antítesis generacional!, los hombres y mujeres del ideal de oro de la juventud de las décadas del 60, 70, y 80, jamás levantarían banderas blancas de claudicación.
Jóvenes de hoy, pregúntenle a la memoria histórica qué harían frente a este Leviatán de Poder los representantes de la generación de oro Amaury Germán Aristy, Amín Abel Hasbún, Otto Morales, Maximiliano Gómez, Orlando Mazara, Henry Segarra, Orlando Martínez Howley, Manuel Aurelio Tavárez Justo, Fernández Domínguez, Narciso González (desaparecido desde 1994), Francisco Alberto Caamaño y otros.
Juventud dominicana, bajen la bandera de la claudicación y suban la bandera del honor, no sean cobardes.
¡Cuánto lamento madre mía, que tus hijos te han olvidado, ya no recuerdan ni la hidalguía, ni los valores de tu legado!
¡Cuánto lamento madre mía, que silenciaron a Capotillo, ya nadie quiere pegar el grito, que a los traidores lleve al banquillo!…