Atrapados en un mundo de maltratos

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Santo Domingo.

 

LA HABANA.- Para mí llegar a Cuba fue algo emocionante, nervioso y expectante. Era mi segunda cita con la Patria que me vio nacer. 1986 fue un año para mí de viajes a Washington, Atlanta, San Antonio, pero el que más me calaba era la escala dos, como le llamé a esa visita.

Una ausencia de 34 años no había sido bastante para yo poder borrar de mi corazón lo que aquel viejo bueno me había enseñado de Cuba, sus familiares y su hermosa campiña.

A mi llegada aquella noche al aeropuerto de Rancho Boyeros fue algo impresionante. Pensé que habíamos llegado a un taller de mecánica. El aeropuerto tenía una facha rara. Era un aeropuerto que los canadienses habían inaugurado. Era una donación Generosa a la Revolución Cubana.

 Esa noche impresionante vi muchos militares; vi como la dignidad del cubano la pisoteaban con humillaciones indescriptibles en aquel paraíso perdido.

Una comisión evangélica me esperaba allí. Otoniel Bermúdez Villafaña, Rafael Cepeda Clemente, el historiador presbiteriano. Un grupo de acólitos que parece que con las instrucciones que le dieron me cantarían sinfonías revolucionarias de capa caída al estilo rocinante a lo Sancho…

 Salimos de ese lugar y yo emocionado… 34 años de ausencias… el recuerdo de mi papá galopa y palpita; una oscuridad espantosa. Me dije hacia mis adentros hemos llegado al Paraíso de las luces. Me encontré muy extraño que en un viaje hacia el centro de la capital cubana un grupo de cubanos ni dijera una palabra. En el Cementerio Colón se escuchaban mejores voces que lo que en aquel comprometedor Lada se decía.

Bermúdez Villafaña me decía que gracias a la Revolución en Cuba no había vagabundos, pedigüeños ni alcohólicos, hambrientos que todo eso la generosa Revolución lo había eliminado y extirpado como pululaban en el gobierno dictatorial y asesino de Fulgencio Batista y Zaldívar. Me comencé a sentir como se sentía mi madre en la Tiranía de Chapitas, el animal dominicano. Incomodo, frustrado, impotente. No dije nada… el Riviera me esperaba con vista al mar…

En la mañana siguiente dije que deseaba caminar en el primer territorio esclavo de América. La comisión de guatacas arribó al lugar. Otoniel con ese espíritu jocoso que siempre lo había caracterizado no sabía cómo entrarme en el sentido de estando el sol tropical tan fuerte y agradable para un buen recibimiento cubano.

Decenas de vagabundos y menesterosos recorren día a día diferentes zonas de la capital cubana. Los hay enfermos, alcohólicos, desplazados de sus familias, pero con un denominador común: Hambrientos, desnutridos y harapientos. De vez en cuando un camión policial los recoge. Meses después, algunos rostros reaparecen.

Según informaciones publicadas por el periódico oficialista Granma, el gobierno cubano ha favorecido a cerca de 38 mil núcleos de familia con situaciones críticas con la entrega de recursos (refrigeradores, cocinas, módulos eléctricos, etc). Sin embargo a las personas que viven solas y desean internarse de manera permanente en un hogar de ancianos, les exigen la entrega de los bienes que posean y de la pensión que cobran.

En la capital cubana, unas 436 mil personas con más de 65 años necesitan atención pública del programa del adulto mayor. De ahí que continúe agravándose la situación de las personas de la tercera edad, las que muchas veces viven solas, tienen duelos, transitan por depresiones o no son bien atendidas por sus familiares. 

“Mientras Cuba y EEUU se arreglan, ellos viven en las calles” Las fotografías tomadas en la capital no son ocasionales, a diario se repiten estas escenas. Ellos forman un pequeño ejército de personas necesitadas, que continúan olvidadas por las instituciones sociales del gobierno cubano.

Decenas de vagabundos y menesterosos recorren día a día diferentes zonas de la capital cubana. Los hay enfermos, alcohólicos, desplazados de sus familias, pero con un denominador común: Hambrientos, desnutridos y harapientos.

En esos tiempos, caminamos a pie por Las ruinas de la capital más prestigiosa en su época republicana. En el paseo de Prado y Neptuno Roberto Díaz, desempleado. Le preguntamos si conocía al señor que yace durmiendo, barbudo, sin zapatos y harapiento, cerca de nosotros.

“Ese hombre lleva mucho tiempo por aquí, duerme en estos bancos y en los pasillos interiores del paseo. Le dicen el Gallego, nadie sabe de donde es, no tiene carné de identidad. Habla y se expresa correctamente, ha dicho que fue combatiente y que el gobierno lo abandonó. Siempre tiene unos cuantos tragos arriba, vive de la caridad de la gente, porque no tienen atención de la seguridad social, ni lugar donde alimentarse. En los comedores de atención a la familia no le dan comida”. La caminata seguía poniendo al descubierto las mentiras para-revolucionarias del pan diario de la tiranía cubana. Reventaba este hijo de Natividad casi como el sapo…

Ignacio, nuevo dependiente gastronómico de la pequeña cafetería estatal Café Pilón, situada en la calle Galiano, nos expresó:

“Le dicen El Chino” lleva durmiendo varios días por aquí. Le hemos preguntado de donde es, siempre nos dice que de Centro Habana, pero no vemos a ninguna familia, que se he haya acercado a él. Uno le da café, cualquier cosa más, pero anda muy sucio, apestoso, eso afecta nuestro trabajo. El Estado debe ocuparse de estas personas”. Los que me enseñaban La Habana con sus cuentos llenos de primores se caían para atrás al ser descubiertos por su misma gente…

En la calle 17 y K en el reparto Vedado, al pie del Mercado del Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), un hombre de tez negra, yacía tirado en la acera, dormía. Pero a su lado le habían puesto un racimo de plátano burro verde y en su mano derecha un cabo de tabaco “El Surco”. Todo un espectáculo montado a pleno día, lugar por si fuera poco, frecuentado por cientos de cubanos, que realizan sus compras de producto agropecuarios. Vidrioso, horripilante, nauseabundo el aspecto dantesco que ofrece la capital cubana detenida en el tiempo por la locura de unos cuerdos mas locos que las cuerdas de los violines de Pego.

Diecinueve años después la tragedia cubana sigue en pie. Los homosexuales políticos que desean fidelismo sin Fidel se han dado cuenta que los cantos de sirenas prometidas para el futuro de las siguientes generaciones sigue igual…. con un Coma-andante cagalitroso y el hermano que todavía no ha sabido engolar la voz… y todavía en América siguen tantos lacayos loando una tiranía, porque le negaron la visa en una embajada norteamericana…

Tributo a mi padre, David Efraín Raimundo García. «David, dile a Mita que no habrá viaje a Cuba, el comunismo ha entrado al país. 1ro de enero de 1959. Constanza, La Vega, República Dominicana.

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