Antonio Duvergé Duval

POR TEÓFILO LAPPOT ROBLES

Entre el nacimiento y crimen contra Antonio Duvergé Duval se produjo una estela de acontecimientos luminosos que lo colocan en un lugar prominente de la historia dominicana.

Sus padres franceses nacieron en Haití cuando ese territorio era una colonia de Francia. Duvergé fue concebido en el país, pero su madre lo alumbró en el poblado de Hormigueros, en la parte oeste de Puerto Rico. Su niñez transcurrió entre Higüey, El Seybo y San Cristóbal.

Duvergé llegó a ser Jefe de los Ejércitos del Sur, y en esa calidad tuvo un brillante desempeño en múltiples combates en defensa de la soberanía dominicana.

Fue el principal héroe en la Batalla del 19 de marzo de 1844 librada en la ciudad de Azua contra los invasores haitianos que fueron vencidos por reclutas dominicanos que habían sido entrenados días antes en la comunidad rural de Las Yayitas.

En la obra El Centinela de la Frontera Joaquín Balaguer señala que Duvergé tenía un “valor casi suicida con que presentó siempre el pecho al enemigo.”

Al referirse a lo que ocurrió aquel histórico 19 de marzo de 1844 el indicado autor expresa que: “El plan de la batalla fue trazado por Duvergé con certero instinto militar. El día anterior al del encuentro, con el fin de levantar el ánimo de la población y de prepararla para la acción ya inminente, Duvergé hizo desfilar por las calles de Azua las tropas que tenía organizadas.”1

Poco menos de un mes de esa hazaña bélica el genio militar de Duvergé volvió a brillar en esas tierras calientes del sur dominicano cuando sus tácticas militares salieron triunfantes en los combates de El Memiso, El Pinar y El Maniel, el 13 de abril de 1844.

Antonio Duvergé

Desde la cresta de un desfiladero de cantos rodados conocido como El Número, Duvergé volvió a vencer a los intrusos que pretendían dar marcha atrás a la independencia del pueblo dominicano.

Sobre ese triunfo de Antonio Duvergé Duval, ocurrido el 17 de abril de 1849 en un altozano azuano, escribió el historiador Ramón Marrero Aristy lo siguiente: “El Número fue el primer revés que rompió el sortilegio de los avances y las victorias fáciles de los haitianos, habituados ya a empujar a un ejército defensor que, pareciendo fuerte en su estructura, se disolvía inexplicablemente cada vez que se le sometía a la prueba de un ataque.”2

En múltiples ocasiones salió triunfante en los territorios fronterizos del centro suroeste dominicano, caracterizados por grandes áreas con dominio de un sotobosque de vegetación espinosa y abrupta.

Las victorias de Duvergé y los patriotas bajo su mando en esa zona del país no se limitaron a los enfrentamientos del 6 de diciembre de 1844 y posteriormente otros, en el fuerte de Cachimán, ubicado entre los lugares conocidos como Carrizal y Arroyo Seco. Hubo otros duros combates en esa tierra dominicana donde su valor y pericia militar hicieron triunfar a las armas nacionales.

“En la frontera, como avanzada ventajosa estaba una gigantesca personalidad de acrisolado patriotismo y entereza personal legendaria: el general Antonio Duvergé.” Así figura descrito por Mariano Lebrón Saviñón en obra Historia de la Cultura Dominicana.3

El patriotismo y la brillantez militar de Duvergé crearon recelo en grupos que desde la expulsión de los invasores haitianos del territorio dominicano estaban maquinando entregar la soberanía nacional a España.

El presidente Pedro Santana y sus paniaguados realizaron todo tipo de trapisondas para troncharle la vida a Duvergé, hasta que lo lograron, después de mantenerlo acorralado durante años.

El magnicidio de Antonio Duvergé Duval se produjo el 11 de abril de 1855. Fue en el cementerio de El Seibo, pueblo del oriente del país donde llevaba 6 años confinado en condiciones de total precariedad y consumiendo su genio militar en forzada pasividad.

Los registros históricos consignan que el cadáver del adalid de mil batallas en el largo tramo de consolidación de la independencia nacional fue cobardemente profanado por su principal verdugo. Santana, con músculos faciales tensos por el hecho execrable que había dirigido, le dio varias patadas.

El  polifacético poeta sanjuanero Víctor Garrido plasmó en letras sentidas, para que no quedara en el olvido, esa acción del general Pedro Santana frente al cadáver del héroe y mártir cuya leyenda histórica se aproxima al nivel homérico.

En su obra poética titulada Romance de Antonio Duvergé escribió: “Cuando el héroe legendario/cayó bajo el tiro negro/el dictador sin entrañas/se apersonó al cementerio/donde a pie firme aguardaba/el pelotón carnicero./Con irónica sonrisa/ pateó al rival, en silencio/y se alejó del recinto/en su caballo bermejo.”4

Junto a Duvergé también fueron fusilados el fatídico día 11 de abril de 1855 (en el pueblo natal de doña Manuela Diez, la madre de los hermanos Duarte Diez) su hijo veinteañero Alcides, así como el luchador independentista Tomás de la Concha, novio de la heroína Rosa Protomártir Duarte Diez, hermana de nuestro principal patricio, a quien ella inspiró para que escribiera sobre la cruel muerte de su prometido; brotándole de su congoja a Juan Pablo Duarte esta estrofa “de alta poesía”:

“Pensé cantar mi desventura impía/y airado, el numen se negó a mi intento; /pensé cantar y en la garganta mía/opreso el canto se trocó en lamento.”5   

La realidad incontestable es que la vida de Antonio Duvergé Duval está enmarcada con el brillo de la proceridad, por el rol principal que tuvo en muchas de las batallas que libró el pueblo dominicano en armas contra los invasores haitianos que pretendían ocupar de nuevo el país después que fueron expulsados a partir del 27 de febrero de 1844.

El paso del tiempo y el análisis de sus hechos han demostrado que sin ningún resquicio de duda Antonio Duvergé Duval era portador de un criterio militar que Santana envidiaba y era una de las causas eficientes de su fijación criminosa en su contra.

Una prueba de lo anterior es un relato que está en el libro Duarte y otros temas del historiador Alcides García Lluberes. El comentario se le atribuye a la independentista Dolores Soto, quien ya en los estertores de su muerte dijo que en una reunión efectuada en la villa de Baní Pedro Santana (al parecer buscando alguna equiparación tangencial con Duvergé) le espetó lo siguiente: “Usted es más valiente que yo, pero yo soy más militar que usted.”6   

Antonio Duvergé Duval no solamente era más valiente que Santana, sino también más ducho en el manejo de las armas, y con mayores y mejores atributos militares que su verdugo. Los hechos así lo demuestran. Sus conocimientos de táctica y estrategia militar superaban al que luego vendió la soberanía nacional en la abominable Anexión a España.

Pero como si lo anterior fuera poco hay que resaltar el compromiso indisoluble que Antonio Duvergé Duval tenía con el futuro de la Patria, muy diferente a la actitud disoluta de Santana. No es una apreciación de quien escribe, sino demostraciones del pasado que constan en las páginas amarillas de la historia dominicana.

Francisco Soñé, el combatiente francés que integró las filas del ejército de Napoleón en la batalla de Marengo, avecindado en Azua y participante en enfrentamientos armados en favor de los dominicanos, escribió en sus memorias lo siguiente:

“…cuando Duvergé libraba la batalla de El Número, Santana y sus amigos estaban en fiesta en Sabana Buey con lindas aldeanas de los contornos en un movido baile que duró toda la noche…”7  

El primer encausamiento judicial contra Duvergé lo ordenó Santana en el 1849.Era una acusación monstruosa. Por el ambiente enrarecido que existía para aquella época no es descartable que el fiscal fuera presionado por el autoritario presidente de la fecha para que concluyera pidiendo la condena del héroe; pero ante el apabullante impacto de la verdad de los hechos concernidos al caso lo que ocurrió fue que el acusador, en una actitud gallarda, terminó solicitando el descargo del acusado, como en efecto ocurrió.8

El abogado de Duvergé en esa ocasión fue el prócer Félix María del Monte, gran defensor y dramaturgo que ponía el acento histórico en sus obras teatrales de carácter dramático. En esa farsa de juicio lo llamó “el Catón del Sur”, en obvia referencia a Marco Porcio Catón, el Joven, el legendario romano de Útica.

Esa vez se impuso el descargo, pero como el juicio era una pura pantomima Santana decidió confinar a Duvergé en El Seybo hasta que 6 años después le armó otra acusación ante un tribunal formado por caricaturas de endriagos que formaban parte de su corte de matones y entreguistas.

En la ocasión se produjo su condena a muerte. En un régimen de fuerza encabezado por un hombre de mentalidad montaraz como Santana los argumentos y epifonemas jurídicos no tenían ningún valor.

Esos crímenes, que quisieron justificarse con una decisión judicial ordenada de antemano por el déspota nacido en el poblado de Hincha y dueño de grandes hatos en el Seibo, permiten recordar que más de cien años después James Baldwin, un escritor estadounidense de reconocida fama, escribió algo que se ajusta perfectamente a lo vivido el 11 de abril de 1855 en la comarca oriental de la Cruz de Asomante y de calles onduladas: “La ignorancia, aliada con el poder, es el mayor enemigo de la justicia.”

Bibliografía:

1-Biografías.Obras Selectas. Tomo VII. Editora Corripio,2006.P250.Joaquín Balaguer.

2 La República Dominicana. Origen y destino del pueblo cristiano más antiguo de América. Editora del Caribe, 1957.Ramón Marrero Aristy.

3-Historia de la Cultura Dominicana. Impresora Amigo del Hogar, 2016.P 216. Mariano Lebrón Saviñón.

4-Romance de Antonio Duvergé. Poesías completas, Argentina, 1954. Víctor Garrido.

5-Primera estrofa de un poema de Duarte. Vaciada en Historia de la Cultura Dominicana. Editora Amigo del Hogar, 2016.P200. Mariano Lebrón Saviñón.

6-Duarte y otros temas. Editora del Caribe, 1971.P340. Alcides García Lluberes.

7-Memorias de un capitán de artillería de los ejércitos napoleónicos. P91.Francisco Soñé (Francois Sogne.)

8- Sánchez, defensor público. Revista Clío No.71, julio-diciembre. Pp 94-103.Año 1945. Emilio Rodríguez Demorizi.

teofilolappot@hotmail.com

JPM

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Juan Ernesto Silva
Juan Ernesto Silva
3 Años hace

perdonen mis lectores, en mi comentario de más abajo, escribí mai la palabra —- morales- debi y quise decir «inmorales» ! gracias por su tolerancia!

Juan Ernesto Silva
Juan Ernesto Silva
3 Años hace

este trabajo de lapot robles debería ser tema obligado de lectura y discusión entre los estudiantes de bachillerato. esto les enseñaría a no cometer los crímenes ni hacerse los desentendidos cuando a gobernantes ,estúpidos, morales les permitimos ejercer el poder para dañar los altos valores de la patria. !!! ladrones, mentirosos ni asesinos, nunca más !!!

Wrecking ball
Wrecking ball
3 Años hace

inmenso artí****,gracias mil al señor lappot robles.no entiendo basado en qué, al envidioso del valor,patriotismo e inteligencia militar ajenos llamado pedro santana,lo propusieron para el panteón nacional.