Algún día el mundo será uno

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago de los Caballeros.

 

 

 

Imaginémonos voces delirantes por la paz. Una paz enrollada en vistoso papel de celofán y ciudadanos del mundo ansiosos recibiendo como obsequio y con fervor un nuevo año 2017 de entendimiento y de olvido de viejos conflictos y rencillas que suscitan desasosiegos en un universo perturbado y diezmado por la guerra y las pugnas que abaten sentimientos, quiebran y agrietan la familia, laceran sólidos nexos de razas, imposibilitan solidaridades, clausuran fronteras, en fin, obstaculizan ancestrales convivencias entre seres humanos.

 

Hagámonos la ilusión que habitamos un espacio donde la paz florece igual a como prosperan sobre la tierra las plantas de gladiolos, las azucenas y las rosas. Pensemos por un instante que las fragancias de las flores nos cautivan con su aroma transformando la agresividad que llevamos dentro en un estado de reposo, de consentimiento y de generosidad.

 

¿Te gustaría vivir en ese hermoso vergel? O preferiría en cambio continuar arraigado en un universo compuesto de cruzada de guerreros infames, de repudios, de deslealtades y de espíritus insalubres que intoxican con su veneno de conflagraciones, de disputas estériles o infecundas, de tristezas y de simulaciones.

 

La paz que anhelamos hace tiempo, que fue anunciada por un poeta terrenal de la canción, nos colocó en una burbuja de grandes ilusiones de paz y nos llevó a un mundo de preciosas imaginaciones. Muchos soñaron haber visto por una hendija de su alma anhelante un alivio de paz y de confraternidad.

 

El inolvidable y siempre evocado John Lennon escribió un hermoso poema al delirio de vivir en un universo de paz. Veamos el regocijo que causa una balada por la paz mundial:

 

«Imagina que no hay ningún paraíso, es fácil si lo intentas. Ningún infierno bajo nosotros. Sobre nosotros solo el cielo. Imagina a toda la gente viviendo al día. Imagina que no hay países. No es difícil hacerlo. Nada por lo que matar o morir. Tampoco ninguna religión. Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz.  Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros y el mundo será uno».

 

Uno se preguntaría frente a esta ficción conceptual de Lennon por una paz terrenal auténtica ¿por qué se premia una paz tangencial, mezcla de impurezas y de espumarajos de gente meliflua que no cree en una paz sincera?

 

La paz cantada por John Lennon con tanta sencillez y esperanza no puede ser interpretada ni en Colombia ni en ningún otro lugar de guerra. Allá la paz no se canta, lloran las tumbas lágrimas de sangre de los muertos, como aquel poema en donde todo tiene su fin y a los de abajo solo le queda soñar.

 

Prefiero volver por un instante a la utopía Lennoniana porque me dice esperanza en su canción: «Imagina que no hay posesiones. Me pregunto si puedes. Ninguna necesidad por codicia o hambre. Una hermandad de hombre imagina a toda la gente compartiendo todo el mundo».

 

La paz no se canta, se llora hoy su aparición sobre los territorios, menos en Estocolmo; allí se premia el drama de una farsa en la que los personajes caricaturizan la paz en una comedia delirante como si se estuviera en una escena carnavalesca del Renacimiento a la que asiste a recibir su premio el torpe personaje rufián y alcahuete, Polichinela, no obstante, buen orador, de nariz larga y jorobado.

 

John Lennon me ha permitido este nuevo año llenar a mis lectores de ilusiones de una paz cercana pero todavía se alcanza ver en un horizonte difuminado. A pesar de ese alejamiento la paz me hace elegir para concluir este trabajo el papel de soñador en la canción «Imagina» del músico y compositor británico, fundador de los Beatles y asesinado en Nueva York el 8 de diciembre de 1980.

 

«Puedes decir que soy un soñador. Pero no soy el único. Espero que algún día te unas a nosotros y el mundo será uno».

 

Finalmente, recojo los trescientos sesenta y cinco días que Dios quiso que yo y usted cosecháramos de nuevo en el atardecer hermoso de nuestras vidas encarnando el poema de Federico García Lorca por la paz:

 

«Mariana, ¿qué es el hombre sin libertad? ¿Sin esa luz armoniosa y fija que se siente por dentro? ¿Cómo podría quererte no siendo libre, dime?» «Los poetas seremos viejos y solitarios. Bajo el olivo añoso cantaremos la Paz». «Dirá: paz, paz, paz, entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita; dirá: amor, amor, amor, hasta que se pongan de plata los labios«.

JPM

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