Al César lo que es del César

El presidente Danilo Medina ha promulgado el nuevo Código Penal que contiene la despenalización del aborto terapéutico y remite a una ley especial la posibilidad de permitir interrupción del embarazo en casos de violación, incesto o mal formación  del feto incompatible con la vida.

Es posible que esa ley 550-14, que entrara en vigencia un año después de  su publicación en la Gaceta Oficial, sea remitida  a la consideración del Tribunal Constitucional a los fines de precisas  si  colisiona con la Carta Magna, por lo que se prevé  que el debate en torno al aborto continuara por mucho tiempo.

Así las cosas, prefiero reflexionar sobre la forma en que  se han conducido las discusiones en torno a un tema  que a mi juicio, es de carácter  ético y moral, más que político o jurídico, porque para llegar a los dos últimos escenario, se requiere consensuar sobre vida y dogma.

Como hecho cierto u objetivo se establece que la población dominicana  mayoritariamente profesa  la fe cristiana por lo que no resulta fácil convencer a la gente sobre lo que significa  el derecho de una mujer de  negar o aceptar que en su vientre se desarrolle una vida.

Lo deseable sería que el Gobierno no se involucre en asunto de la fe ni la iglesia pretenda dirigir desde los altares al Estado y sus instituciones terrenales, porque “a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del cesar”. El presidente  no puede oficiar una misa, ni el sacerdote observar una ley.

El Gobierno no puede ni debe propiciar un debate o pleito con las Iglesias, ni tampoco  aceptar presiones  que lo obliguen a  colocar  la fe por encima de la ley, porque el propio salvador del mundo aconsejo que permitieran que el cesar gobernara según sus designios.

La carta del padre Manuel Ruiz al presidente Medina, de renuncia a su condición de  enlace  entre  Palacio ye Iglesia, tiene un contenido afrentoso y  desconsiderado  que pudo provocar un mayor daños mayores, si no fuera por la oportuna y sensata aclaración de la Conferencia de los Obispos, que  desvinculó al clero de esa inmerecida ofensa.

La Iglesia católica, que  en otros episodios históricos ha  tomado partido  del lado del oscurantismo, es hoy  una institución preclara, cuyos obispos saben o están conscientes que el presidente Danilo Medina encabeza un gobierno sano, transparente, respetuoso, responsable y esencialmente muy humano.

El Presidente proviene de una familia  de militancia cristiana,  a mí me consta, pero también sé que por su acendrada  sensibilidad, Danilo no  dormiría tranquilo al saber que  cientos de mujeres mueren en las maternidades públicas por falta de una ley que garantice con claridad y transparencia su derecho a vivir.

La penalización o no del aborto terapéutico o  interrupción de embarazo en condición especial es tema difícil, de múltiples aristas jurídicas, éticas, morales y politicas, por lo que no es conveniente jugar con él a la ruleta rusa, ni  pretender dividir a la sociedad entre progresistas y atrasados.

Estoy absolutamente convencido de que el presidente Medina ha actuado  en este espinoso asunto con absoluta conciencia de que  cumple con su deber. Las iglesias,  sin menoscabo a su derecho de disentir, deberían recrear las palabras de Jesús respeto a la diferencia de funciones entre  Dios y  el César.

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