A una madre ausente, en una noche gris

Caminaré por las calles frías y atestadas de gente de todas las latitudes, en este Nueva yol añorado que siempre perseguiste y deseaste para nosotros, tus hijos, pensando en un futuro más provechoso para tu prole.

 

Caminaré por sitios por los que tú me guiaste cuando era un bisoño en la gran ciudad. Caminaré sin rumbo, sin ilusión y sin motivaciones.

 

Cómo admirar la belleza de los edificios, la magnificencia del nuevo Word Trade Center o la inmensidad del George Washington Bridge, con su miríada de lucecitas, si ya no estas a mi lado para asombrarnos, juntos, de las maravillas de esta urbe de hierro, ladrillos y cemento?

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Cómo explicarle a mis hijos -y a todos los que están en la Patria, a la espera de noticias tuyas-,  que tuve que dejarte sola, terriblemente sola, en una tumba fría, de un lugar de New Jersey tan distante y de nombre tan difícil de pronunciar que solo de evocarlo hiere nuestro oído tan acostumbrado a los nombres de nuestros pueblos, nuestros barrios, y nuestros cementerios?

 

Cómo le digo a los míos, Madre mía, que moriste y yo no me fui contigo, a acompañarte en la barca y fortalecerte en el encuentro con la parca, de la mano de Caronte, en la difusa y desconocida ruta en el reino de lo insondable?

 

Mientras encuentro respuestas a estas interrogantes, permite, Madre mía, que te evoque, caminando en esta noche gris, por las calles frías de la gran ciudad que tanto te gustaba y que aprendí a querer, tan solo por darte gusto.

 

Vade in pace, Madre infinita!!.

 

New York, Noviembre 27, 2015.

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