A qué se llamó la Ilustración (4 de 10)
Este movimiento acarreó consigo el marco intelectual en el que se produciría la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución francesa, así como el auge del capitalismo y el nacimiento del socialismo. Frente a la absoluta masificación del barroco europeo, las artes en Francia escrutan al movimiento Neoclásico y Rococó.
Otra ostensible tendencia del siglo XVIII, hondamente coherente con la Ilustración, se establecía por concentrar su provecho en la fe y la piedad. Sus seguidores cambiaban de utilizar el racionalismo como vía para manifestar la existencia de un ser supremo.
En esta etapa, la fe y la piedad eran parte completa en la indagación de la filosofía natural y la ética, además de las Teorías políticas del instante. Sin embargo, destacados filósofos ilustrados como Voltaire y Jean- Jacques Rousseau debatieron y reprochaban la misma presencia de establecimientos como la Iglesia y el Estado.
El siglo XVIII vio también el incesante apogeo de las ideas prácticas en la filosofía, opiniones que eran aprovechadas a la política económica, al gobierno y a ciencias como la física, química y la biología. En la historia nada es fortuito, un hecho es la consecuencia necesaria de otros que lo antecedieron.
La Revolución francesa, si bien la originaron otros comienzos, no hubiera sido posible sin la figura del Iluminismo que, introduciendo luz sobre el oscurantismo de la Edad Media se apartó de los dogmas religiosos para exponer al mundo y sus acaecimientos, para colocarlo a la luz de la razón.
El islamismo tampoco hubiera sido factible de no haberlo antecedido una impotencia del poder de la Iglesia a causa de la reforma protestante, que fraccionó al mundo cristiano; y del humanismo, movimiento filosófico que concentró en el hombre la esencia de las inquietudes terrenales, frenando a la religión ese privilegio y separando el teocentrismo.
Ya he señalado que, socialmente, la Ilustración se encuentra inscrita en el contorno de la burguesía ascendente, pero sus expositores no fueron ni toda la capa burguesa, ni únicamente está.
Por un lado, poseyó sus contrarios en terminantes sectores de la alta burguesía comercial (como, por ejemplo, el consagrado al tráfico negrero), y, por otro lado, innegables elementos del soez clero o de la nobleza cortesana (caso del conde de Armada en España, o de los Argenson en Francia), e inclusive el adecuado aparato gubernativo de absolutismo ilustrado (Federico II, Catalina II, José II), la apoyaron.
No obstante, en este postremo caso, en sus declaraciones más timoratas y, muchas veces, como simple escudo de política internacional.
Las aglomeraciones de que se sumó la tendencia para su propagación concurrieron variados (entre otros, las sociedades secretas como la masonería), pero, en primer lugar, hay que marcar las colectividades de inclinación, acreditadas ya antes, pero desarrolladas ahora, como las academias y los recintos (estos en muchas ocasiones, dirigidos por “femmes de lettres”, como el acreditado salón de los que Napoleón llamó “ideólogos Sociedad de Auteuil).
Otros vehículos de formidable categoría coexistieron las publicaciones periódicas y la internacionalización de las publicidades. Por otro lado, la emancipación económica del profesional de las letras, antes sometido al mecenazgo, dio mayor independencia a su pensamiento.
No obstante cohabitaron muchas preferencias entre los ilustrados (que, a veces, dieron lugar a sueltas polémicas entre ellos por ejemplo, en torno a dificultades de la posesión, que afrontó a fisiócratas y tópicos –y a hostilidades perpetuas, como la de Diderot-Rousseau), buscaron también una línea instructora común, que los hizo adheridos en su lucha.
Su escudo es la conciencia, carente de contenido preestablecido y transformadas en un indudable instrumentó de investigación, cuyo poder no reside en conservar, sino un conseguir.
Con ella combaten frente a la hechicería las conveniencias creyentes habituales y descubiertas (llegando al deísmo o al ateísmo), a la elucidación de la autoridad y las disposiciones políticas y sociales imposibilitadas, pretendiendo excluir cualquier dispositivo de misterio, asombro o milagro.
jpm-am