A Luis Eduardo Aute en su partida
Mantuve una amistad en la lejanía con Luis Eduardo Aute. Nos mantuvimos vivos a través del carácter epistolar. Fue fumador empedernido como el artista Máximo Caminero. Gravitó en la década de 1960 con poemas hechos canciones como Rosas en el mar y Aleluya que Masiel eternizó en aquella época donde el mundo soñaba con aspiraciones mejores.
El artista y escritor, Máximo Caminero, me escribe afirmándome que tiene el corazón apretujado, destrozado al enterarse de la muerte de su maestro, Luis Eduardo Aute. Todos marcamos las escamas del sufrimiento en un dulce movimiento que algunas veces roza. Masiel se mantiene con sus ojos tétricos, lúgubres, sombríos, luctuosos, funestos al enterarse de lo acontecido.
Pasaron muchos años después que cantó sus canciones por allá en la década de los 60. Para ser precisos, 1968. Escuché los poemas de Luis Eduardo Aute en la década de los 60 cuando nosotros entonábamos en la ciudad de Cotuy, la ciudad la eterna en la casa de Don Gustavo Sánchez esas canciones tan pegajosas de Masiel y escrito por Luis Eduardo. A principios del siglo de la decadencia tuve contacto con Aute. Todavía estaba en producción especial.
Estaba comenzando a sentir el azote de los años; la esencia de una vida tan corta y una eternidad tan larga. Fue un hombre que veía la nube negra llegar que ya estaba sobre su corazón de adolescente lacerado, proyectándose sobre toda su producción. Iba en el mar “como entre brumas” pero hacia el alba de su gloria poética musical. Fue un ser humano que tenía sus portones abiertos.
Cuando le escribí a los dos días me acusó recibo. Me motivó a seguir escribiendo. A que lo diera todo por la escritura y que aprovechara el tiempo, porque éramos peregrinos en este mundo. Hombre medido y mesurado en su pensamiento. Su refugio muchas veces fue el cigarrillo. Dicen que murió de un ataque al corazón. Yo sé que murió congelado en el abismo del tiempo; en la conjura de escribir en su mente, pero sin poder producir. Agonía sin fin. Este camino no condujo a Roma.
Que la voluntad hace el Destino: forma de la Rebelión; que el Destino modela nuestra Voluntad: fórmula de la Sumisión; ambas inútiles, puesto que no podemos vencer la Muerte, que acaba en el destino y en la Voluntad. Qué terriblemente absurdo es estar vivo.
Luis Naut, pues, da vueltas en su altar de Monterrio al enterarse de la noticia. Yo doy vueltas, preparo un ajiaco e hilvano estas ideas como ofrenda partidaria y lapidaria del amigo que se nos fue. Se me quema la mente y también el ajiaco.
MAR-AMOR A LUIS EDUARDO AUTE
Eres como las olas cuando el viento te toca
Te pareces al mar en su sonoro acento
Subes para alcanzar una estrella lejana
y vuelves a caer al fondo de tus aguas.
Vienes de ese universo con lianas y con algas
Donde la sombra tiene su osamenta cansada,
Allí escuchas la vida pasar —grávida nave—
Y reclinas tu frente sobre flores calcáreas.
Un dulce movimiento algunas veces roza
La angustia de tus anclas que quieras soltar,
Mas nacares y musgos sujetan tu esperanza
y regresas gimiendo de las ondas más altas.
Sabes que una gaviota te espera en leve puerto
que un caracol de brisa arrullará el instante
En que tu amor sea vela de luz hacia el espacio.
Te enciende la añoranza dorada de mis playas.
Pero un sordo rumor de pulpos te estremece,
Volteas el semblante a la honda soledad,
Allí te cercan muros, fuertes acantilados,
Y olvidas mi presencia velando a la distancia.
Oh atracción de la tierra y el sol sobre tu sangre,
Marea descendente de tu ser en que mueres.
Yo fijaré en tu cielo mi alma —oh luna diáfana—
Para en pleamar de músicas, de nubes y ángeles!
El músico, escritor, pintor y poeta ha muerto este sábado tras años luchando contra las secuelas de un infarto que lo tuvo dos meses en coma. Adiós amigo-hermano, te fuiste a tus 76 años. Volaste lejos a nuevos nidos y paraísos que quizás están en la cuenca de tus olas del mediterráneo. Hoy nos quedamos aquí, esperando tomar el próximo viaje. . .
JPM