A 100 años de la ocupación

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LA AUTORA es abogada y vicepresidenta de la República Dominicana

El año 2016 marca el centenario del inicio de la primera ocupación norteamericana en el país, que ocurrió entre el 13 de mayo del 1916 y el 12 de julio del 1924. Este episodio de la historia dominicana, si bien ha sido documentado de forma fehaciente por nuestros estudiosos de la historia, no es considerado en su justa dimensión por los dominicanos y dominicanas.

Las consecuencias de la ocupación norteamericana cambiarían para siempre el curso de la historia en nuestro país, propiciando el ascenso al poder del mayor déspota de la región, Rafael Leonidas Trujillo Molina. Pero a la vez, la ocupación marcó el inicio de un proceso de integración cultural con los Estados Unidos, que impactó la cultura dominicana, la idiosincrasia e incluso, nuestro idioma.

Los archivos desclasificados del Departamento de Estado de los Estados Unidos, alegan que la causa de la ocupación fue la preocupación de que se usara el país como base para ataques de Alemania a Estados Unidos, durante la Primera Guerra Mundial. Pero a la vez, fue una decisión estratégica, debida al control que Estados Unidos quería ejercer sobre la región centroamericana, para proteger la inversión que había realizado en el Canal de Panamá, entonces la construcción civil de mayor valor estratégico para país alguno.

Esta preocupación se convirtió en un problema político y económico, cuando en 1915 los Estados Unidos mostraron sus reservas “por el aumento de la deuda nacional y la inestabilidad política imperante”, lo que se agravó con las revueltas en contra del gobierno de Juan Isidro Jiménez, lideradas por elGeneral Desiderio Arias. La renuncia de Jiménez y el hecho de que las elecciones subsiguientes no resultarían en un candidato afín a los intereses norteamericanos, resultaron en la ocupación por supuesta violación al tratado aduanal de 1907.

El fin de la ocupación fue el resultado de un conjunto de factores, internos y externos, que propiciaron lo que se conoció como el tratado Peynado-Hughes, que fue posible por un cambio en la opinión pública norteamericana, que facilitó una primera propuesta de retirada de las tropas norteamericanas, conocido como el Plan Harding, que fue ampliamente rechazado por el liderazgo dominicano.

Al final de cuentas, el Tratado firmado para poner fin a la ocupación, afectó seriamente la soberanía nacional por varias décadas, a la vez que la ocupación dejó instalado un sistema político y jurídico, que limitó el desarrollo de las libertades en la República Dominicana.

Esas limitantes fueron parte de la inspiración del profesor Juan Bosch, a la hora de forjar su identidad patriótica y crear su discurso de defensa de la patria. Siendo apenas un adolescente, Bosch vivió la ocupación y sintió el regocijo del fin de la misma, el 12 de julio de 1924, escena que es descrita en detalle por César Pina Toribio en su obra “El 12 de julio en el pensamiento de Bosch”.

El fin de la ocupación marcó de tal manera a Bosch, que en su Gobierno propició la Ley 50, que declara el 12 de julio “Día de Regocijo y de Conmemoración Patriótica”.

Sin embargo, existe un antecedente histórico a esta legislación. El  presidente Horacio Vásquez, elegido democráticamente luego de la ocupación, y quien se encargó de mantener unida a la nación en un momento tan importante de su historia, promulgó el 9 de octubre del 1925, la Ley 242, que en su artículo único declara el 12 de julio como Fiesta Nacional, para “conmemorar la reintegración de la República en su soberanía”.

Aunque es simple especulación, es probable que el texto que motiva la Ley 50 del 22 de Julio de 1963, haya salido de la pluma del profesor Bosch, afirmando que el 12 de julio “se levantó otra vez radiante el sol de nuestra soberanía al izar ese día y en la Torre del Homenaje nuestra gloriosa bandera y arriar el pabellón de las fuerzas de ocupación”.

La primera ocupación norteamericana es un acontecimiento que contribuyó a dibujar lo que hoy somos como nación, que nos reencontró con los ideales duartianos de 1844 y que forjó a una generación de líderes políticos que, como Bosch, lucharon por el bienestar de la patria.

Todos los eventos de nuestra historia que han marcado nuestro patriotismo, merecen ser conmemorados. En este caso, las piezas legislativas existentes nos invitan a recordar el centenario de este suceso histórico, reconociendo la importancia de este evento, e inculcando en nuestros hijos e hijas, el deber sacro de la defensa a la patria.

Oficialmente, el 12 de julio está declarado por la Ley 50 como “Fecha Aniversario de la Desocupación del Territorio Nacional por las Fuerzas Militares Norteamericanas”. Es una ocasión para sentirnos orgullosos de lo que hemos logrado como patria libre, soberana e independiente de todo poder extranjero.

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