41 muertos: ¿qué hacer diferente?
La ciudad de Nueva York logra reducir a 230 el número de personas que mueren por causas de accidentes de tránsito en el año 2015. Noticia que impacta, cuando al comparar la cifra con nuestro país los muertos se contabilizan por miles y los heridos graves por decenas de miles; cuando el número de habitantes de allá es el doble y la relación de vehículos por personas es de uno por cada dos y aquí, uno por cada seis personas.
Impacta, en fin, porque en dicha ciudad existe una comunidad pujante de dominicanos con los mismos genes de los que habitan en este terruño y que anualmente, con su laboriosidad, dinamizan la economía a ambos lados del ancho océano que nos separa; allá lideran el sector de los servicios ligados al transporte, con una fuerza de tal magnitud para hacer un espacio con los taxis verdes y aquí, su impacto lo podemos medir a partir del aporte en divisas al PIB.
Es en medio de dicha comunidad que el alcalde de la ciudad, Bill del Blasio, lanza el plan Visión Cero, con el objetivo a reducir a cero la muerte por accidentes de tránsito en un periodo de diez años. Entre los componentes del mismo se encuentran: reducción del límite de velocidad a 40 km por hora, instalar más radares de control, fomentar el correcto comportamiento ciudadano para evitar conductas peligrosas de conductores, ciclistas y peatones, mejorar la respuesta a emergencias y regulaciones enfocadas en la licencias, entre otras.
El plan Visión Cero es tomado por las autoridades del Estado de Nueva York al ver el éxito obtenido en los países europeos, iniciando Suecia su aplicación en el año 1997. Tiene por principio ético, que la vida y la salud humana son primordiales y están por encima de cualquier otro objetivo del uso de las vías públicas, siendo una responsabilidad compartida entre el Estado como ente regulador, las empresas como proveedoras del servicio y los ciudadanos en el rol de beneficiario.
Además, el uso de las vías debe ser seguro, pues, los sistemas de tránsito toman en cuenta los errores humanos y minimizan tanto la posibilidad de la ocurrencia como la magnitud del daño cuando es inevitable y, por último, tener en cuenta los mecanismos para el cambio, los proveedores y los reguladores tienen que hacer lo máximo posible para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos y, los tres, tienen que estar dispuestos a cambiar para conseguir la seguridad vial.
En un país donde el motorista circula sin casco protector; el conductor se desplaza a cualquier velocidad, distrayéndose con el celular y con niveles elevados de alcohol en la sangre; en un vehículo sobrecargado de pasajeros, sin cinturón de seguridad; que la luz roja y la verde del semáforo tengan el mismo significado; que el vehículo no cumpla con las mínimas condiciones necesarias para la obtención de las revistas y los peatones aborden y crucen sin ninguna precaución las vías solo se puede esperar que aumente en un seis por ciento el número de muertos durante el año 2015 o que para navidad y fin de año fallezcan 41 personas como acabamos de ver.
Como generación sería una irresponsabilidad de magnitud apocalíptica el observar con indiferencia que tantas personas pierdan la vida por una causa prevenible, como si fuera un costo colateral al progreso y más cuando existen recursos para evitar tal sangría humana. De esta reflexión surge la pregunta, ¿Qué tenemos que hacer diferente a lo que sea hecho en otras naciones del mundo y que como dominicanos no lo podemos realizar?
¡Nada!. Sencillamente actuar.
Jpm
muy buen artí****, pero difiero con ústed cuando pregunta qué se puede hacer aquí. y usted dice:» ! nada ! sencillamente actuar » y yo digo…. !nada! sencillamente no robarse el erario e invertir en los equipos y personas necesario para hacer cumplir las leyes.