2015: a pedalear con El

San Agustín plantea la testarudez del hombre en dirigir su vida y la califica como soberbia. Y es que para este gran doctor de la Iglesia, el principio de todo pecado es la soberbia que siempre hace su voluntad mientras la humildad hace la voluntad de Dios.

 
 Abunda diciendo que debemos imitar a Jesús quien dijo e hizo: “No he venido a hacer mi voluntad,sino la voluntad del que me envió”. 
A continuación les traigo un bello mensaje que encontré en el internet donde vemos claramente los beneficios de dejarnos guiar de nuestro Dios. 
 
“Al principio veía a Dios como el que me observaba, como un juez que llevaba cuenta de lo que hacía mal, como para ver si merecía el cielo o el infierno cuando muriera. Era como un presidente, reconocía su foto cuando la veía, pero realmente no lo conocía.
 
 Pero luego reconocí a mi Poder Superior, parecía como si la vida fuera un viaje en bicicleta, pero era una bici de dos, y noté que Dios viajaba atrás y me ayudaba a pedalear. No sé cuando sucedió, no me di cuenta cuando fue que El sugirió que cambiáramos lugares, pero mi vida no ha sido la misma desde entonces… 
 
Mi vida con Dios es muy emocionante. Cuando yo tenía el control, yo sabía a donde iba. Era un tanto aburrido pero predecible. Era la distancia más corta entre dos puntos. Pero cuando El tomó el liderazgo, El conocía otros caminos, caminos diferentes, hermosos, por las montañas, a través de lugares con paisajes, velocidades increíbles.
 
Lo único que podía hacer era sostenerme, aunque pareciera una locura El solo me decía Pedalea!!. Me preocupaba y ansiosamente le preguntaba, «A donde me llevas?» El solo sonreía y no me contestaba, así que comencé a confiar en El. Me olvidé de mi aburrida vida y comencé una aventura, y cuando yo decía «estoy asustada»,
 
 El se inclinaba un poco para atrás y tocaba mi mano. El me llevó a conocer gente con dones, dones de sanidad y aceptación, de gozo. Ellos me dieron esos dones para llevarlos en mi viaje. Nuestro viaje, de Dios y mío. Y allá íbamos otra vez.
 
 El me dijo «Comparte estos dones, dalos a la gente, son sobrepeso, mucho peso extra.» Y así lo hice, a la gente que conocimos, encontré que en el dar yo recibía y mi carga era ligera. No confié mucho en El al principio, en darle control de mi vida. Pensé que la echaría a perder, pero El conocía cosas que yo no acerca de andar en bici, Secretos. 
 
El sabía como doblar para dar vueltas cerradas, brincar para librar obstáculos llenos de piedras, inclusive volar para evitar horribles caminos. Y ahora estoy aprendiendo a callar y pedalear por los más extraños lugares,y estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi cara y sobre todo de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios. Y cuando estoy seguro de que ya no puedo más, El solo sonríe y me dice «pedalea!!” 
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