Un momento difícil

El mundo vive un momento difícil, debido a la gran crisis moral, económica, política, social y religiosa. En las últimas cuatro décadas el mundo se ha dedicado a discursos vacíos, que no han resuelto la situación imperante en el mundo. Se rehúye de enfrentar las realidades que mantienen a más de la mitad de la población mundial en un estado de pobreza insoportable, pero a la vez, casi mil millones de personas están viviendo por debajo de la línea de pobreza. Todo esto se pudiera resolver si se hablara con veracidad y se actuara con el mismo valor de verdad.

Cuando Jesucristo vino al mundo, comenzó su ministerio diciendo: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado» Mt. 4:17. Este imperativo del Señor se debió a que él sabía que el mundo había tomado un rumbo equivocado, de ahí que estando en casa de Zaqueo dijo: «Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» Lc. 19:9, 10.

¿Por qué se vive un momento tan difícil? Porque se ha actuado con hipocresía, no se han enfrentado las causas que destruyen al mundo y que ponen en peligro la desintegración de las sociedades. Se necesita que se definan cuáles son los valores morales que deben guiar a las sociedades laicas. Luego, si son sociedades religiosas, también deben definirse cuáles son los valores que las definen como tal. Por ejemplo, la República Dominicana, ¿es laica, o religiosa? Según entiendo y observo no es ni laica ni religiosa, entonces, ¿qué es nuestra República?

Para responder adecuadamente a cualesquier circunstancias, se necesita tener la dirección definida hacía donde vamos. Si las Constituciones proclaman que son Estados de derechos, entonces debemos vivir como tal. Los Estados y las instituciones deben responder adecuadamente a los derechos de los ciudadanos; en realidad no se observa ésto, en la mayoría de los Estados latinoamericanos. Los mismos problemas de un país, son propios de los restantes países. De ahí que, no hay diferencia entre éstos países empobrecidos.

Es tiempo de reconocer que el mundo anda en tinieblas, y que sus hechos son contrarios a los de la luz. Por eso, los planteamientos hechos por Jesucristo describen la cruda realidad en que se está viviendo y adquieren cada día mayor importancia. Jesús dijo a unos que se justificaban a sí mismos: «Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente» Lc. 13:3, 5.

Hasta que no se aprenda a vivir en amor hacía el prójimo, este mundo irá de mal en peor. Las economías deben ser para crear recursos que hagan felices a todos los ciudadanos de un determinado país. Es injusto y pecaminoso que un individuo tenga muchos dineros, o propiedades y que existan una gran mayoría que pase hambre. Y no estoy hablando de igualdad, porque eso no puede existir en todos los aspectos; pero sí, estoy hablando de oportunidades para todos y de facilidades para todos.

Los poderosos del mundo hacen lo que ellos quieren, sin tomar en consideración a los demás. Es esa una de las causas de infelicidad del mundo. Les pregunto sobre lo que Jesucristo dijo: «Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras» Mt. 16:26, 27.

Estamos viviendo un momento difícil en el mundo, ya que nadie quiere asumir la responsabilidad que le corresponde. Las iglesias deben ser más sabias, pues hay tantas riquezas en poder de las iglesias, que yo me pregunto, ¿Se llevarán las iglesias sus riquezas al cielo? ¿Están conscientes de que su responsabilidad es espiritual y no material? ¿Por qué las universidades, colegios, entre otras instituciones religiosas son las más caras? ¿Qué hacen con el dinero que ganan de los negocios de las iglesias? Las iglesias no deben ser entidades lucrativas, pues son entidades espirituales.

Los cristianos no debemos pedir que otros hagan lo que nos corresponde a nosotros hacer, lo cual es predicar el evangelio y dar buen testimonio sobre Jesucristo, en nuestro diario vivir. Es como el pedido que hacen algunas autoridades sobre que todos se involucren en la solución de la delincuencia. Las autoridades son las únicas responsables de solucionar el problema de la delincuencia en cualesquier parte del mundo. Los pueblos son víctimas de la delincuencia, no los que tienen el poder para solucionar; los pueblos son dirigidos, no quienes dirigen.

En momentos difíciles necesitamos ecuanimidad, sabiduría y buena dirección. No hay que responder a los que son necios en su actuar, ni dejarnos conducir por lo que ellos piensan; más bien debemos ser cautelosos y saber poner el oído en lo que realmente ayuda al bienestar de todos. Los intereses personales, o grupales siempre se querrán imponer, pero la claridad en el actuar dirá el camino correcto. Hay que pensar antes de actuar, y hacerlo con menos emoción y más racionamiento.

Ahora bien, todos los que queremos que el mundo cambie, debemos acercarnos al único que tiene la solución temporal y eterna, Jesucristo. El tiene las herramientas de enseñanzas que son capaces de transformar el mundo; los objetivos que estimulan a cambiar; el Espíritu, que lleva a santidad; la verdad que liberta; y el poder de salvación, que es el evangelio. El es nuestra única esperanza y en él confiamos. En estos momentos difíciles, busquemos de él con todo el corazón y veremos los buenos resultados. Dios le bendiga.

 

 

 

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